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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La izquierda italiana

EL CONGRESO del Partido Democrático de la Izquierda (PDS) que se celebra en Roma supone un nuevo paso en la larga marcha de la reestructuración de la izquierda italiana, ya iniciada tras la caída del muro de Berlín, pero con claves especialmente originales después de que la gran barrida, impulsada por los jueces, acabara con la clase política que dirigió Italia desde la II Guerra Mundial.Ya los principales lemas que reivindicó para esta nueva izquierda el líder del partido. sucesor del PCI, Massimo d'Alema, en su informe ante el congreso demuestran la profundidad de este cambio que quiere liderar. Según dijo, la izquierda debe encabizar una "revolución liberal" para modernizar el Estado y hacer de Italia "un país normal y civilizado" en el que se produzca la alternancia entre izquierda y derecha. Pero además, D'Alema quiere dirigir al PDS a su integración y eventual desaparición en el seno de una amplia coalición de izquierdas abierta a todas las fuerzas progresistas.

La nueva situación del panorama político italiano y la permeabilidad de ideas entre izquierda y derecha queda ya reflejada por el hecho de que fueran invitados y, estuvieran presentes los representantes de todas las fuerzas políticas, incluido Fini, el líder de la Alianza Nacional, emanada del neofascista MSI. Y Berlusconi pronunció ayer ante el congreso un discurso, por lo demás, muy aplaudido. El gran ausente ha sido Achille Ochetto, último líder del Partido Comunista y que fue el auténtico artífice de su transformación en el PDS.

Hay, aparte de cuestiones de índole estratégica e ideológica, muchas otras inmediatas que la izquierda y el PDS en particular. deben afrontar para continuar lo que parece ser una recuperación paulatina después de la gran derrota de 1994. Son las próximas elecciones, el sistema electoral y las garantías de un mínimo equilibrio de las posibilidades de acceso a las televisiones de los diferentes partidos, entre otros muchos.

Se vive en Italia, después de la gran sacudida provocada por el descubrimiento y el castigo de las grandes corrupciones, una etapa de redefinición de lo que habrá de ser el escenario político de las próximas décadas. La exigencia de limpieza moral y jurídica, la mayor severidad en la lucha contra la corrupción, son sin duda un paso importante para la democracia. Pero aparte de la erradicación de esa lacra que corroía los fundamentos mismos de la República italiana, no conviene cerrar los ojos ante otros peligros que ahora se manifiestan, como el predominio de formas políticas que prescinden de las ideas. La izquierda tiene ahí el deber de elaborar una oferta ideológica para delimitarse claramente de opciones que tan sólo mercadean con propuestas efectistas y populistas.

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