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EL DEBATE DE LAS ESCUCHAS

González salva el honor de Serra y Vargas

El presidente del Gobierno asegura que los dos dimisionarios son ajenos a las escuchas

Felipe González salvó ayer ante el pleno del Congreso el honor de Narcís Serra y Julián García Vargas y proclamó que la dimisión de ambos, desconocedores de las escuchas del Cesid, excede a la responsabilidad política que se hubiera producido en cualquier otro país del entorno democrático. En una intervención menos contestada por la oposición que la de Serra la pasada semana, González no se refirió a la trama contra el Estado democrático que había denunciado días atrás, ni tampoco a los cambios en el Gobierno, una cuestión que bullía en los pasillos del Congreso. Sin embargo, en su tercera réplica hizo una brevísima referencia a la trama. "Hay una investigación abierta y veremos dónde conducen los papeles que han sido robados", afirmó cuando los líderes de la oposición, José María Aznar y Julio Anguita le reprocharon no haberse referido para nada a lo que había denunciado. "¡Tengan paciencia!" les contestó.

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Fue la de González una intervención de 25 minutos fría y sin novedades. Pero una vez más, en la réplica, el presidente mostró su habilidad dialéctica. Trató de ofrecer garantías de gobierno a sus aliados nacionalistas catalanes, que se la habían cuestionado, y advirtió a Aznar y Anguita que el final de etapa lo marcan las urnas, y no su petición de elecciones anticipadas.La intervención de Felipe González no se diferenció de la de Serra de la pasada semana. Desde el comienzo se remitió a las explicaciones de su vicepresidente cesado, que se sentaba junto a él en el banquillo azul con gesto grave. Reiteró que el Gobierno no ha espiado ni al Rey ni a nadie, y centró todas las responsabilidades del escándalo de las escuchas en el coronel Perote, tal como había hecho Serra. De los cambios en el Gabinete no habló. Fuentes próximas a La Moncloa, en cambio, insisten en que es casi seguro que no se cubrirá la vacante de Serra y que probablemente Pedro Solbes, titular de Economía, coordine la Comisión Delegada para Asuntos Económicos, y Alfredo Pérez Rubalcaba, ministro de la Presidencia, la Comisión de Subsecretarios.

La novedad, por otra parte cantada, fue la explicación política que ofreció González de la aceptación de las dimisiones de Serra y García Vargas después de asegurar que "de las investigaciones realizadas no se deriva en ninguno de los dos miembros del Gobierno que han ocupado las carteras de Defensa responsabilidad alguna por los hechos que venimos discutiendo". "Creo que es una actitud que prueba su lealtad para con el Gobierno y para conmigo. Han querido dejar claro que el Gobierno no conoció la captación de las comunicaciones del Cesid. Esta asunción de responsabilidades excede, con absoluta seguridad, la que se hubiese producido en cualquier país de nuestro entorno a raíz de un hecho similar".

Tanto su intervención como la réplica tuvieron un marcado carácter político. González trató de calmar a sus aliados nacionalistas catalanes, que le habían cuestionado con dureza su capacidad de respuesta política y de gobernar. Aseguró, dirigiéndose al portavoz de CiU, Joaquim Molins, que está estimulado para seguir gobernando, y garantizó que no seguiría un minuto más en la presidencia del Gobierno si no tuviera una tarea que realizar. Aprovechó esta oportunidad para afirmar que la economía ha crecido en el primer trimestre un 3,1% y que se están cumpliendo los compromisos con la función pública, con los pensionistas y con lo marcado en los Presupuestos Generales del Estado.

También aprovechó para denunciar la coincidencia de Aznar y de Anguita en sus críticas al apoyo de CiU al Gobierno. Primero arremetió contra el coordinador de IU, que se había dirigido a los diputados socialistas pidiéndoles la ruptura con los nacionalistas. En un tono de dureza, manifestó que a Anguita le debe ser muy difícil defender una posición progresista cuanto IU ha rechazado pactar con el PSOE en Andalucía, Extremadura y Asturias. Luego empleó sus principales baterías contra Aznar. Recordó al líder del PP los escándalos de su partido en Baleares y en Castilla y León, y le precisó que no sigue al frente del Gobierno por interés personal. "Lo tendría colmado ese interés después de trece años. El suyo, absolutamente legítimo, está muy lejos de colmarse. Su ambición es más evidente. Tiene mucha prisa". Y terminó su ataque con un clásico remoquete: "Usted no aceptó los resultados del 93. Por eso viene desde entonces pidiendo elecciones anticipadas".

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El jefe del Ejecutivo también salvó el honor del dimisionario director del Cesid, Emilio Alonso Manglano. Recordó que fue nombrado por Leopoldo Calvo Sotelo y que fue ratificado por él. "Fue un gran nombramiento. Hizo una tarea que algún día alguno de ustedes se lo agradecerán. Después del 23-F en dos ocasiones actuó en contra de la involución. A algunos puede importarles más o menos. A mí me importa mucho".

Serra puso el colofón. "Me voy con el sentimiento de haber trabajado duramente", dijo el vicepresidente al término del debate. "Creo", añadió, "que he rendido servicios al país. En algunas cosas, indudablemente me habré equivocado, pero no en la intención constante de trabajar al servicio de los ciudadanos que me han colocado con su voto en este puesto".

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