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BALONCESTO: EUROPEO 95

España pasa de la pesadilla al ensueño

La histórica victoria ante Rusia reabre las expectativas para estar en Atlanta 96

Robert Álvarez

La selección española de baloncesto la armó ayer en Atenas. De los tres últimos años de penurias y de su mal juego y de sus malos resultados durante los cinco partidos que había disputado en el Europeo floreció una victoria histórica e impensable ante el actual subcampeón mundial y europeo. Pero si los fracasos, aquellos ante Angola y China, fueron abrumadores, el triunfo de ayer ante Rusia fue de tal magnitud que puede provocar una catarsis que no acertaba a encontrar el baloncesto español.Si ya se dudaba del mero triunfo, poco menos que se tildaba de ilusoria la matemática que proponía un triunfo por 16 puntos que podía dejar a España a tiro de piedra del segundo puesto y por tanto de evitar en el cruce de cuartos de final a la potente Yugoslavia. Y España no sólo ganó, sino que lo hizo por esos 16 puntos. Ahora, si Croacia vence a Francia, España será segunda y luchará, probablemente con Grecia, por un puesto en semifinales y por el billete para los Juegos Olímpicos de Atlanta que obtienen sólo los cuatro primeros del Europeo.

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Un pie en el cuello

El partido pintaba mal y mal empezó. Rusia corría más, lograba canastas fáciles y sumó ocho tapones. Ni Laso ni Herreros podían frenar la relampagueante transición rusa propiciada además por su dominio en el rebote. El castigo al que fue sometido el equipo español presagiaba el desastre. Sólo faltó que Babkov se añadiera a la fiesta rusa y con un par de triples ampliara a 12 puntos la diferencia: 15-27. La moraleja hacía cundir el pánico. Se necesitaba ignorar el sentido del ridiculo para merodear la zona rusa, so pena de que Mijailov o Fetissov añadieran con un nuevo áorro su trabajo de aliño. Revivía el mito de David contra Goliat. Es muy dado el equipo español a dar lo mejor de sí mismo en este tipo de situación, cuando tiene sobre el cuello un pie de un rival al que se da como muy superior.

La magia fue espolvoreada de una forma inesperada. Sainz sacó a Ferran del banquillo para tener la altura, y los kilos de las torres rusas. Su colega, Belov, dio descanso a sus pívots titulares. Desapareció el complejo de inferioridad.

El siguiente retoque fue capital. Salió Galilea a la pista. Perdía España por 12 puntos y no acertaba a encontrar por donde hincarle. el diente al partido. Era el momento apropiado para hacer la revolución. Y Galilea, no hay duda, es el hombre adecuado. Tomó el timón y embarcó a todos sus compañeros rumbo a un viaje que parecía utópico.

Primero había que remontar, ponerse por delante en el marcador, aguantar las seguras embestidas de los rusos, mantenerse por delante, asegurarse el triunfo, aumentar diferencias y llegar hasta el final para colocar los 16 puntos necesarios para dejar a tiro de piedra un segundo puesto de ensueño.

Galilea erosionó el ritmo que imprime Bazarevich a los suyos y conectó a la perfección con las muñecas de Ferran, Fernández y Herreros. Se destapó el hasta entonces monocorde ataque de la selección española-. Los rusos empezaron a encajar canastas desde todos los lados y de todas las maneras. Si no eran los ya citados, era Galilea quien se la jugaba, llegando hasta la cocina si era preciso. Y si no era Angulo, que jugó sus primeros minutos importantes y además de anular a Babkov, anotó tres canastas de oro. Nadie quedó excluido del festival.

Y llegó el empate

Empató España en el minuto 18 a 41 puntos. Ni tan siquiera el descanso rompió la dinámica. La labor de equipo fue tan completa que España logró estirar la diferencia (54-46 en el minuto 22) mientras que el único hombre del que parecía depender en todo el torneo, Herreros, descansaba unos minutos, y tan sólo Orenga rompía un quinteto de reservas. Ayudó sobremanera al cambio de decoración el acierto español desde más allá de la línea de 6,25 metros con 6 aciertos de 7 lanzamientos en el primer tiempo para cerrar el balance con 11 de 16.

España sumó los 16 puntos que buscaba a cuatro minutos para el final. Hubo errores de precipitación entonces. Pero se mantuvo el tipo, pese a ello y pese a la lesión, un esguince de tobillo, que sufrió Orenga. La ventaja pasó de 17 puntos (90-73) a sólo 13 (90-77) a 57 segundos.

Falló el tiro entonces Herreros pero Ferran consiguió recoger por dos veces el rebote ofensivo y acabó anotando: 92-77. Le faltaba todavía un punto a España. Galilea hizo una rápida falta a Bazarevich que falló uno de sus dos tiros libres. Ferran recibió una falta, transformó los dos lanzamientos libres y Rusia no pudo aprovechar los segundos que quedaban para evitar la bomba española.

El equipo ruso se había desmoronado mucho tiempo antes. La catarsis española fue total. España se redimió como nunca, plenamente.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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