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Di Pietro, el cazador cazado

El ex fiscal es sometido a una persecucion sin precedentes que parte del entorno de Berlusconi

"Hay orden de detener a Antonio di Pietro". La noticia, que hace sólo semanas hubiera pro vocado hilaridad, por increíble, centró la atención de los medios de comunicación italianos durante todo el jueves, hasta, que la magistratura de Brescia la desmintió por lo sano. El hecho es suficientemente significativo del grado de persecución que padece el mítico ex cazador de corruptos como consecuencia de una serie de denuncias fomentadas por el entorno de Silvio Berlusconi, empeñado en su batalla final contra los jueces.La partida se juega con cartas bastante descubiertas, ya que Berlusconi se ha entrevistado incluso con Carlo Taormina, el abogado de un general de la policía fiscal procesado por corrupción. Fue Taormina, quien denunció ante el tribunal los hechos por los que la magistratura de Brescia ha abierto la investigación contra Di Pietro.

Tales hechos son, además, los mismos recogidos en otra investigación secreta abierta en noviembre por el Gobierno de Berlusconi, horas después de que la fiscalía de Milán notificara la apertura del primer sumario contra el entonces primer ministro, y cerrada al día siguiente de que Di Pietro anunciara su salida de la magistratura, el pasado diciembre.

Los hechos más relevantes fueron denunciados por el empresario que financió un préstamo a Di Pietro, Giancarlo Gorrini, quien ha resultado ser un estrecho amigo de Paolo Berlusconi, el hermano del líder. Otras denuncias se refieren a hechos generados en el entorno del ex líder socialista Bettino Craxi, amigo de Berlusconi, quien ha subrayado repetidas veces la existencia de una antigua amistad de Di Pietro con los medios socialistas de Milán y, en concreto, con el ex alcalde Paolo Pilliteri, cuñado de Craxi. Giuliano Ferrara, principal asesor de Berlusconi, acaba de declarar que los políticos italianos "tendrían que arrodillarse ante Craxi por el modo vergonzoso en que éste ha sido tratado".

Otra cosa clara es que las denuncias contra Di Pietro pretenden poner en dificultades a toda la fiscalía de Milán, a su vez sometida a una nueva investigación por parte del Gobierno de Lamberto Dini. Los fiscales milaneses acaban de ser interrogados por el Tribunal Supremo en relación a un supuesto intento de intimidación de inspectores ministeriales.

Todo ello configura las líneas de la batalla, cuando los jueces están a punto de decidir, en julio, si procesan finalmente a Berlusconi por corrupción de la policía fiscal. La justicia debe considerar también la petición de los fiscales de Milán de que sea intervenida Publitalia, la empresa que recauda publicidad para las televisiones de Berlusconi. Esta decisión será, probablemente, negativa, tras la dimisión de todo el Consejo de Administración de Publitalia, en el que los más estrechos colaboradores del líder de Forza Italia y propietario del grupo Fininvest han cedido el puesto a gestores independientes.

La batalla es, pues, ruidosa, aunque la munición de las dos partes no sea mortal. De las acusaciones contra, Di Pietro resulta sobre todo un hecho feo, pero que difícilmente tendrá relevancia penal: el ex fiscal aceptó un préstamo sin interés y tardó años en devolverlo dspués de saber que el dinero procedía de un empresario condenado posteriormente por corrupción. Otro sumario por abuso de despacho público, relacionado con el nombramiento de un jefe de la policía municipal de Milán amigo de Di Pietro, en el que el ex fiscal aparece acusado junto al ex alcalde Pilliteri, parece tener escaso fundamento. Las denuncias han sido eficaces ya que la imagen pública de Di Pietro queda definitivamente erosionada por la publicidad de estos hechos, que, en cualquier caso, parecen menos graves que los que se le imputan a Berlusconi.

No obstante, la presunta evasión fiscal por el líder de Forza Italia en la compra de un terreno es algo que seguramente habrán hecho Millones de italianos. Peor es el delito de corrupción de poli cías fiscales, pero un enorme número de empresarios italianos, incluidos los grandes modistos, tienen procesos parecidos. Es posible, además, que la presunta corrupción acabe siendo concusión, y que Berlusconi pase de culpable a víctima de la venalidad de los inspectores. Y esto es todo, si no surgen otros indicios de las cuentas suizas de Fininvest que los jueces podrán estudiar en breve.

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