La experiencia de Andalucía y Canarias
La Consejería de Educación de la Junta de Andalucía dispuso en 1992 la creación de tres modelos básicos de horario: A1 (cinco mañanas y dos tardes), A2 (cinco y tres), y A3 (cinco y cuatro). La norma recogía también la obligatoriedad de un descanso de dos horas entre mañana y tarde, la prohibición de iniciar la jornada antes de las nueve de la mañana y de las tres de la tarde, y fijaba en 25 horas la semana escolar. La medida tenía un carácter experimental y debía ser analizada a partir del final del curso pasado, pero se decidió esperar un año más.
Ana Pastor, de Comisiones Obreras, señala que la incidencia de uno u otro modelo varía según la situación geográfica y precisa que "en Jaén, por ejemplo, es donde hay más clases por la tarde". Juan Manuel Infante, de UGT, sostiene que los tres modelos han propiciado "un batiburrillo de opciones"," y estima que "pedagógicamente, lo más sensato sería uniformizar los modelos" y Miguel Cecilia, de la Confederación de Asociaciones de Padres de Alumnos por la Escuela Pública (Codapa), afirma que "la escuela a la carta está por ver si resulta".
En Canarias, donde la experiencia de la jornada intensiva tiene tres años, hay dos aspectos sobre los que están todos de acuerdo: Su puesta en marcha ha pacificado la vida escolar después de la crispación generada al principio y, por otra parte, que es necesario mejorar la oferta de actividades complementarias por las tardes.
Rendimiento similar
El viceconsejero de Educación del gobierno canario, Marino Alduán, señala que el horario intensivo no ha incidido ni positiva ni negativamente en el rendimiento escolar". En su opinión, la mayoría de los centros que han aplicado la norma permanecen en unos niveles de rendimiento similares a cuando tenían la jornada partida".Según Alduán, se han observado progresos como el aumento de la convivencia entre los chicos y su familia, y, aunque se registra un incremento significativo de la participación de alumnado en actividades deportivas y culturales, considera que "no se llenan las expectativas que se plantearon en los proyectos de actividades complementarias que se aprobaron en los centros como condición para poder aplicar la norma".
El Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza de Canarias (STEC), mayoritario en el archipiélago, considera positiva la experiencia, porque ya ningún sector habla de que este sistema suponga pérdida de calidad de la enseñanza o aumento del fracaso escolar. Los sindicatos no aseguran que una jornada sea mejor que la otra, sino que defienden la existencia de una norma que permita a la comunidad educativa elegir entre las dos opciones.
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