"El 25% de las españolas tiene carencia de hierro"
La primera propuesta de David L. Yeung para prevenir la carencia de hierro en la alimentación queda vetada a los estómagos delicados: "Comer callos". Este profesor, de 55 años, de la Universidad de Toronto (Canadá) y presidente del Instituto Heinz de Ciencias de la Nutrición -que depende de uno de los mayores emporios internacionales de alimentación infantil- -no duda en señalar la falta de este mineral como la causa más destacada de malnutrición en el mundo. Para hablar sobre este tema, estuvo en Madrid -de ahí su recomendación- el pasado viernes en el Congreso "Aspectos prácticos de nutrición infantil".Pregunta: ¿Se pueden identificar de forma clara cuáles son los problemas de malnutrición más importantes?
Respuesta:Exceptuado el problema obvio de la falta de comida en determinadas zonas del planeta, se pueden tomar como referencia las indicaciones de la OMS y la FAO realizadas en 1990. Entonces, se hizo una declaración de principios para acabar de cara al año 2.000 con tres deficiencias: la carencia de yodo, de vitamina A y de hierro. Sin embargo, en seguida se dieron cuenta de que el problema del hierro merecía una consideración aparte. De hecho, se aspira únicamente a hacer descender su incidencia de forma considerable, sin atreverse a más.
P.: ¿Por qué esta exclusividad en lo que refiere a la carencia del mineral?
R.: Primero hay que hablar de las consecuencias. La anemia por deficiencia de hierro reduce la capacidad de transporte de oxígeno e interfiere en las funciones aeróbicas. Esta demostrado que esta carencia en los niños impide el correcto desarrollo tanto psicomotriz como cognitivo. Resultado: escaso desarrollo intelectual. Por otra parte, es un problema que no se ve. La falta de yodo produce bocio. La carencia de vitamina A deja ciego. Sin embargo, los problemas asociados al hierro no se ven de forma inmediata.
P.: ¿Son, por tanto, los niños los más expuestos?
R.: No. Primero las mujeres embarazadas, luego los niños en edad preescolar y lactantes, y, un tercer grupo, las mujeres (la pérdida de sangre por la menstruación es la responsable). En España, y por lo que he podido observar, el 25% de las mujeres sufren carencia dehierro.
P.: En definitiva, hay que comer lentejas.
R.: Mejor, la carne roja, el hígado y todos los productos de casquería, las legumbres y las comidas enriquecidas con hierro. Fundamentalmente lo que hace falta es más educación e información sobre dietas correctas. [En la ponencia leída el viernes, añadió que en lo que respecta a los lactantes es recomendable amamantar al niño durante 4 o 6 meses. Sobre los 4 o 6 meses es necesario introducir en la dieta cereales ricos en hierro y zumos de fruta -la vitamina C facilita la absorción de este mineral-.
La leche de vaca se debe dejar para los niños de más de 9 meses -el calcio y el fósforo impiden su asimilación-].
P.: ¿Las recomendaciones dietéticas son universales? ¿Las dietas son exportables?
R.: No. Los conocimientos no se pueden traducir, solo transportar. Hay métodos que funcionan en Canadá, por ejemplo, pero jamás en China, donde he trabajado 12 años. Para hacerse una idea. Si un niño no crece se le debe dar leche, en occidente. En China, esta recomendación no funciona. Además de que es difícil encontrar leche de vaca, tomar leche en Oriente puede producir diarreas. La razón es genética: muchas personas tiene intolerancia a la lactosa. Luego, están las razones culturales. En determinadas culturas es tabú para las mujeres tomar huevos. Sin hablar de las prohibiciones de comer determinada carne entre. musulmanes o judíos.
P.: ¿Es posible una dieta correcta y respetar las diferencias de cultura, todo de una vez?.
R.: Sin duda. Aunque existan ejemplos contrarios. En determinadas culturas primitivas el bocio es una señal de belleza. En este caso hay que convencer de que no es bello sino simplemente una enfermedad.
P.: ¿Hay algún tipo de dieta rechazable de por sí?
R.: No, siempre que no sea veneno. Sólo hay que evitar los excesos. Se puede comer cualquier cosa, siempre que no se haga de forma exagerada. En Tailandia usan muchísimo la sangre para cocinar, una fuente excelente de hierro.
P.: ¿Y los horarios de comida?
R.: El desayuno es quizás la comida más importante. Los niños que hacen un buen desayuno, está demostrado, aprenden más. Una cosa que no entiendo es la hora de cenar en España. Se hace tan tarde que no da tiempo a digerirla. Y todo lo que no se metaboliza se convierte en grasa.
A las tres de la tarde acaba la entrevista y el experto canadiense anuncia que se va a comer unos callos. "Están buenísimos", concluye.
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