La carta del anticipo electoral

Los democristianos catalanes de Unió Democrática están convencidos de que el Gobierno socialista lleva meses paralizado. También creen que el Ejecutivo está dividido y no podrá cumplir los compromisos adquiridos con Convergència i Unió.

Josep Antoni Duran dijo ayer, tras la reunión de la dirección de su partido que la actitud de ministros como el de Justicia e Interior, Juan Alberto Belloch, y el de Obras Públicas, José Borrell, parece orientada a facilitar el fin del apoyo de CiU al Gobierno.

A ello agrega Unió la idea de que el semestre de presidencia española de la Unión Europea, que se inicia el 1 de julio, concentrará los esfuerzos del Gobierno en los asuntos europeos y relegará a un segundo plano los problemas internos.

"Si hasta ahora no ha podido cumplir sus compromisos con nosotros", dijo ayer Duran respecto al Gobierno de Felipe González, "menos podrá hacerlo cuando estén forzosamente ocupados en los asuntos europeos".

Unió es partidaria de adelantar a marzo de 1996 las elecciones legislativas, pero este criterio ha sido rechazado por el presidente de la Generalitat y líder de CiU, Jordi Pujol. Sin embargo, al decidir por su cuenta retirar el apoyo al Gobierno, Unió quiere forzar a Pujol a seguirle y, por lo menos, a adelantar las elecciones autonómicas al otoño. "Haremos lo posible para convencer a CiU", dijo Duran.

La retirada del apoyo al Ejecutivo de González de los cinco diputados de Unió debilitaría considerablemente la posición de Pujol, que ahora se apoya en la fuerza de 17 parlamentarios.

Pujol no quiere arriesgarse bajo ningún concepto a que las autonómicas, que deben celebrarse en marzo, coincidan con las legislativas. Y eso es precisamente lo que podría ocurrir si González perdiera el apoyo de CiU.

Los nacionalistas catalanes temen que si las elecciones autonómicas se celebran junto a las legislativas, en un contexto político de gran polarización entre el PSOE y el PP, Pujol pueda perder la mayoría absoluta, incluso por un amplio margen.