ALEGRÍA DE LA FIESTA
Marta Robles, verdugo y salero de la jarana radiofónica de A vivir que son dos días, estaba en el palco; y lo que sigue, Marta se lo dice un servidor: "Usted sólo usted, es capaz hasta de salvar una novillada en el palco de Canal +", porque, a pesar del "presidente orejero" que denunciaba Joaquín Vidal en su reseña de ayer, a la isidrada 1995 ya no la salvan ni las cinco corridas que vienen (los victorinos son el viernes, ¡perdón!). "¡Qué bonito todo, pero qué aburrimiento!", decía la niña Eva, que presenció una corrida por primera vez en su vida el día de Chamaco el Bravo. Es decir, a la isidrada del palco la salvarán, con salida en hombros, la vedette María, el ventero de los pinchos y vinos San Román y la voz iluminada de la pequeña pantalla de Manolo Molés y de Antonio Chenel, la voz, repetimos, de Mariví Fernández Palacios. Esto reseñado, nuestra última asentada en Las Ventas del canalplusismo fue una función de puertas adentro en el palco que es el nuestro: había toreros como Manolo Carrión y Víctor Manuel Blázquez y Pedro Carra y Uceda Leal y el ex Gregorio Sánchez, serios y explicitadores de lo inexplicable. Estaba el sabio Enrique, seudónimo de un ex torero, ex apoderado, sabio del embrujo de la vida y de los toros y del vino: tras degustar una copa de Pesquera recitó a la concurrencia: "Un día bebí una botella y mi mujer pensaba que le iba a hacer brujerías, pero me quedé frito". Andaba por allí Alejandro Fernández, el de las etiquetas del tal vino. Y Beatriz de Orleans hizo el papel más fino de la función del palco (allá, abajo, en el redondel, ¡qué tristeza de fiesta de los toros!). Menos mal que la gente relajaba la vista y las ansias mirando en la barrera a Jacqueline de la Vega y a Paloma, la novia de Enrique Ponce, y a María Ángeles Sanz, la madre de Rafi Camino. En nuestra función particular, en el palco, el sabio Enrique hacía de cada verónica de su talento una risa, una gloria: "Este toro no transmite, traiga croquetas, santo Román". Mañana...- ¿será otro día?-
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