Embriaguez en la derrota
Faltaba un cuarto de hora para la medianoche. A tenor de la sonrisa de Felipe González se hubiera dicho que los socialistas habían ganado las elecciones municipales y autonómicas. Pero no, el propio González dijo: "El PP, en términos generales, ha ganado estas elecciones, y le felicito por ello". Sin embargo, luego añadió que los socialistas se habían quedado "a 5 o 6 puntos" de los populares y que eso significaba una reducción de la diferencia registrada hace un año, en las elecciones europeas. Poco antes, y también en Ferraz, la sede central del PSOE, Cipriá Ciscar, secretario de organización del PSOE, casi había estado a punto de proclamar al PSOE vencedor de la jornada del 28-M. "Nuestro partido", dijo, "está recuperando apoyo, está acortando distancias respecto al PP. El PSOE es la fuerza que más ha avanzado en el último año, la que mejor resultado ha obtenido en relación a las elecciones europeas de l994".En esos momentos ya se había ido de Ferraz Sara Montiel, que había sido la principal representante de la sociedad civil en la fiesta electoral socialista. Y los militantes de base recuperaban el ánimo: sus líderes veían las cosas con optimismo. Empezaban a consolarse: Pasqual Maragall, Francisco Vázquez y Odón Elorza habían mantenido eltipo; José Bono y Juan Carlos Rodríguez Ibarra tenían posibilidades de seguir gobernando; el apoyo de IUallá... Ya no pesaba en Ferraz lo que, poco antes, parecía lo esencial: el hecho que la mayoría de los electores, y sobre todo los de la España de las ciudades, las clases medias y los jóvenes, hubiera vuelto a expresar su cansancio tras tantos años de poder socialista, y su asqueo por la fase final, saturada de escándalos, de ese poder.
Y es que González logró enmascarar ante los suyos el hecho de que por segunda vez consecutiva -la primera fue en las europeas de junio de 1993- ha llevado alPSOE a la derrota en unas elecciones de ámbito nacional. Y que por segunda vez consecutiva José María Aznar ha conducido al PP a la victoria. Los socialistas volvían a creer anoche en las supuestamente indestructibles virtudes de González -su glamour personal y su habilidad política- y seguían despreciando a Aznar por sus supuestamente incorregibles defectos de falta de carisma y ausencia de programa. González seguía siendo para ellos un hombre irremplazable, providencial e invencible, y Aznar un chisgarabís sin futuro.
Puede ser grave que los socialistas se embriaguen con una derrota menos mala que lo anunciado. Decían anoche que ya han pagado el precio de los escándalos y la crisis económica, y que, sacados del armario -esperan- todos los cadáveres de la corrupción y la guerra sucia, sólo les cabe esperar la reconquista del electorado. De hecho, subrayaban, ya han comenzado esa reconquista. A tenor de lo escuchado en Ferraz por el cronista, seguían usando casi exclusivamente el argumento economicista. Los españoles, afirmaban, sentirán en los próximos meses los efectos de la recuperación económica y volverán al redil socialista. Es un análisis que olvida que el electorado se mueve también por elementos morales, psicológicos y políticos. ¿Qué piensan ofrecer en esos campos en el inmediato porvenir? ¿Con qué líderes? Nadie en el PSOE respondía anoche a esas preguntas.
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