En el vientre de la ballena electrónica
Canal + utiliza la unidad móvil más grande de España
, Como una ballena varada junto al coso madrileño de Las Ventas, entre mareas incesantes de aficionados que siguen la feria de San Isidro, la gigantesca unidad movil de Canal + engulle todo lo que sucede en la plaza de toros más famosa del mundo. Este estudio rodante, estrenado el pasado 13 de mayo, es lo más. Con 16,50 metros de largo -el limite autorizado por Tráfico- es la unidad móvil española más grande y con más capacidad tecnológica y una de las mayores de Europa.
La operatividad de este monstruo tecnológico (con paredes semejantes a una sala de la NASA) rebasa ampliamente la de las unidades móviles corrientes: furgonetas con tres cámaras o camiones con ocho camaras. La de Canal + controla 14 cámaras y 4 minicámaras. Está dotada con 78 monitores, un mezclador de vídeo de 30 entradas, 10 magnetoscopios Betacam SP, un generador de caracteres con paleta gráfica y otro de efectos digitales de doble canal, un mezclador de audio de 32 entradas, una cadena de cámara superlenta (Superslow motion), matriz de conmutación de video... y otras lindezas de temología punta. A los profesionales que lo manejan, este equipo les resulta tan familiar como el barullo isidril de cada año.
Ya es la cuarta temporada consecutiva que Victor Santamaría, realizador curtido en faenas deportivas y taurinas, trata de convertir San Isidro (esta vez con 22 jornadas) en espectáculo televisivo. Y ahora, como un Jonás extrabiblíco, predica imágenes desde el vientre electrónico de la ballena, en compañía de una docena de personas. Los propios usuarios de la unidad participaron en su diseño, íntegramente español. La forma de realización es "integrada, en batería". Todos se ven, intercambian gestos, diríase que se intuyen a la hora de pinchar el plano que sale al aire. Las imágenes de archivo se producen en el instante, se edita sobre la marcha. El resumen que se ofrece al final se hace durante la misma retransmisión.
No se escapa ni una: Lo que el toro no ve se titula uno de los miniespacios del previo taurino. Y no sólo queda constancia de lo que el ojo de la res no percibe, sino de lo que no puede ver el aficionado desde su grada. Necesitaría unos prismaticos de largo alcance y un radar en el cogote que le escaneara la plaza entera. Cosa que las cámaras hacen. Y los micros están en todas partes, espiando la respiración del torero, los mugidos del toro, el sonar de los clarines, los gritos del público. "Don Antonio Bienvenida, baje usted a poner un poco de orden aquí", resonaban el jueves en la ballena electrónica los gritos de un taurino perdido en medio del gentío. En los próximos meses cambiará de tercío y pondrá rumbo al atletismo, al tenis y a otros eventos deportivos.
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