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Tribuna:FIESTAS DE SAN ISIDRO
Tribuna
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Vigilen al infiltrado.

Jorge Lafora Cienfuegos, de 37 años, soltero (pero no demasiado), escéptico aparente, fotógrafo, natural y vecino de Madrid, es un tipo de cuidados. Este sujeto presume de contracultura y luce melena, arrogancia y napia, por narices.. Es, en el mejor sentido de la palabra, moderno; rockero incluso.Jorge Lafora se ha percatado en esta isidrada de algo elemental: para sobrevivir hay que ser diverso, es decir, divertido. Ser diverso significa soslayar las propias neuras y fingir que se es distinto, otra persona, otra cosa. Dicho y hecho. El 15 de mayo, Lafora se lió la manta a la cabeza, se puso el mundo por montera, se dijo a sí mismo ante el espejo: "De perdidos, al río. Voy a ser castizo unos días. Que me perdonen los Dire Straits, pero si consigo acabar con el chotis de una vez por todas, me doy por bien pagado".

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Se fue al Rastro y adquirió todos los aditamentos para lucir como un castizo. Se probó los pantalones y la chaquetilla; se encasquetó una visera de Pichi; ensayó andares postineros. Y se vio donoso y manolón. Pero cometió el desatino de presentarse de esa guisa ante su novia, una mujer abigarrada, compacta y aparentemente melancólica. Ella dijo: "Aparta de mí este cáliz". Pero Lafora no sólo no apartó el cáliz, sino que manifestó con la nariz altiva: "Querida, o lo tomas o lo dejas. Si no te vistes de manola y me acompañas, olvídame, amor mío".

La abigarrada joven le replicó: "Vale, tronco. Asume las consecuencias". Y se vistió de maja de la cabeza a los pies. A partir de ese momento, la pareja se ha dedicado a infiltrarse en todos los actos festivos y castizos.

Pero los castizos se han mosqueado. La pareja no sabe bailar el chotis (lo abominan especulativamente); desconocen la jerga de los chisperos',- jamás se han endilgado rosquillas del santo; abominan de las porras y el chocolatazo (aunque no del chocolate); reniegan del organillo (pero no del órgano); echan pestes contra la gaseosa y los bocatas de calamares; ni siquiera se entusiasman con la Almudena. Total, que los chisperos de toda la vida se han percatado de que tanto el mozo como su novia son unos infiltrados. Ayer, en Las Vistillas se montó un cirio pascual. Los corrieron a gorrazos.

Lafora llegó a casa corrido y humillado. Puso un disco de Led Zeppelin, se soltó la melena; arrojó a la basura la visera, la chaquetilla, el pañuelo y las intenciones. Pero el amor de su vida le dijo así: "Pues mira, cielo, yo estoy con el síndrome de Estocolmo. Me va la marcha de la cosa madrileña. Yo me voy a la verbena del santo, majo". Y Lafora, por narices, rebuscó en la basura, se encasquetó de nuevo la gorrilla y manifestó: "Para chulo, yo mismo, dicho sea con perdón de la modernidad. Vámonos".

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