"El Partido Popular representa la inseguridad"
Lleva un año como superministro, tiene 45 años, cada vez se identifica más con el proyecto socialista y ha entrado en campaña tronando contra el PP
Paradojas de la política. Si el ministro Juan Alberto Belloch acaba afiliándose al PSOE, el principal culpable será el PP.
Pregunta. Dirigiendo, como dirige, uno de los llamados ministerios de Estado, ¿cómo casa eso con su participación en la campaña?
Respuesta. En los mítines jamás toco temas que competen a mi ministerio. Dicho esto, me creo con el derecho y con el deber de recuperar la libertad de expresión en la campaña electoral, que es la gran fiesta de la democracia. Creo, además, que conviene que ejerzamos esa libertad al menos en el momento en que reclamamos a los ciudadanos su confianza.
P. Siendo independiente, hace campaña a favor del PSOE.
R. Hago campaña por el proyecto socialista, del que formo parte integral de manera, creo, ilimitada.
P. ¿Se plantea la posibilidad de afiliarse?
R. Hay días que sí. Cuando veo tanto entusiasmo crítico por parte del PP, tanta insistencia en hacerme centro de una parte importante de sus críticas, más allá de la cuota que merezco, entonces sí que siento tentación de hacerlo. Más de una vez me he dicho: "Queréis confrontación, pues os vais a enterar". Cuando veo tan clara la diferencia entre mi modelo de valores y el modelo de valores del PP, entonces me pregunto si no debería abandonar la carrera judicial y entrar en la política.
P. Cuando habla de diferencia de valores, ¿se refiere entre la izquierda y la derecha o entre el PSOE y el PP?
R. La tesis central es que el PP representa la inseguridad. La inseguridad en casi todos los aspectos. Es verdad que en ocasiones es homologable con los valores conservadores europeos, pero en otras no.
P. Recientemente comparó al PP con el peronismo.
R. Sí, y me sorprendió mucho que lo consideraran un insulto. El peronismo es una opción perfectamente democrática en un país concreto. Pero peronismo, simplemente, es populismo. Por ello en ocasiones no sabes si en el seno del PP predominan los conservadores netos, que hay muchos, o los populistas.
P. ¿Cómo ve a Aznar?
R. Bastante misterioso, al menos sobre sus proyectos concretos. Ahora parece haber decidido colocarse por encima del bien y del mal y que el trabajo sucio se lo hagan otros. Para mí él es un gran misterio.
P. ¿Qué es lo que más le escandaliza del PP?
R. Que digan: "El que quiera saber cuál es nuestra reforma fiscal que primero nos vote". Me parece realmente curioso, nunca lo haría un partido conservador europeo.
P. Pero tendrán que acabar optando.
R. Constantemente están jugando entre las dos áreas y eso hace que realmente sea difícil contrarrestar sus argumentos. Cuando entra una opción conservadora, hay un planteamiento socialdemócrata alternativo que tiene sus ventajas y sus inconvenientes. De hecho, se produce alternancia en toda Europa porque en un momento determinado la socialdemocracia no es capaz de mantener una alianza estable con la clase media urbana.
P. ¿Es eso lo que está pasando en España?
R. Eso es lo que pasa en los países normales. El nuestro es un país normal, pero no normalizado. Pero en el fondo creo que está pasando eso, aunque no nos estemos enterando. Si el PP planteara una política conservadora neta, entonces podríamos decirles a los electores que si les votan se arrepentirán. Al bajar los impuestos habría menos prestaciones sociales, menos hospitales, menos guarderías, con lo que se incrementarían las bolsas de marginación, de pobreza, y, en consecuencia. la delincuencia.
P. Pero sí estará favor de la alternancia.
R. Por supuesto, pero de la alternancia civilizada, que juega con dos modelos, uno con unas ventajas, otro con otras. Lo que a mí preocupa es que el PP no se haya decidido coherentemente por uno reconocido, sino que oscile, según los temas, entre el populismo y el conservadurismo.
P. ¿Y en cuanto a valores?
R. Yo sostengo que el valor de la honestidad es un valor estructural de la socialdemocracia. Lo que es la separación entre lo público y lo privado forma parte de la tradición socialdemócrata desde su nacimiento. En cambio, ese valor nunca ha sido un factor determinante de las señas de identidad de los partidos conservadores. Al igual que el orden -no la seguridad ciudadana, que es algo distinto-, es un valor conservador.
P. Aplíquelo a la corrupción.
R. Cuando se produce un caso de corrupción en el PSOE, el conjunto de nuestro electorado, razonablemente, se indigna. Es un drama personal. Cuando más me aplauden es cuando aseguro que aquí va a pagar todo el mundo lo que debe. La corrupción es un trauma para un colectivo injustamente tratado.
P. Pero ¿cómo han de reaccionar ante los casos de corrupción que se han dado?
R. Si hay un número determinado de corruptos, que lo paguen, pero tú no tienes por qué sentirte afectado. Llevan dos años escuchando, sin parar, el discurso de que "socialismo es corrupción". Los que han planteado este discurso, el PP, son los que deben asumir sus responsabilidades y los que están generando heridas profundísimas que ya veremos si las podemos curar.
P. ¿Necesita renovarse el PSOE?
R. Sin duda, aunque yo no lo llamaría renovación. Lo que es imprescindible es construir una nueva mayoría social en torno al PSOE. Y que todos comprendan que ser ético es más práctico.
P. ¿Y no sería más fácil reconstruirla desde la oposición?
R. Hay gente que así lo piensa, pero yo creo que, si hay una voluntad política clara y se entiende que ése es el objetivo, se puede hacer desde el Gobierno.
P. ¿Cree que deberían adelantarse las elecciones?
R. En absoluto, incluso confío en que no sean antes de 1997; entre otras cosas, porque no me daría tiempo a concluir la reforma procesal.
P. ¿Es partidario de que Felipe González vuelva a presentarse?
R. Estoy convencido de que conviene que sea él quien lidere aún durante muchos años el proyecto socialista.
P. ¿Cómo ve al presidente?
R. Pienso que comprende la situación muy bien y, a partir de ahí, no creo que vaya a realizar rectificaciones en sus planteamientos hasta que acabe la legislatura. Si eso ocurre, no será por iniciativa suya. Si eso ocurre, sería como consecuencia de no tener mayoría parlamentaria.
P. ¿Qué peligro ve de que la pierda?
R. Eso lo sabe Jordi Pujol.
P. ¿Y si González cumple su compromiso de enviar al Parlamento, antes del verano, el cuarto supuesto del aborto?
R. Si por ello le retirase el apoyo parlamentario, lo interpretaría como una excusa. Otra cosa es que CiU vote en contra.
P. ¿Qué le diría a los que dicen que el Gobierno hace concesiones a Pujol?
R. Es otro de los puntos en los que el PP crea inseguridad, al estimular constantemente esa lectura. Creo que es profundamente injusto para Cataluña y contraproducente para el PP.
P. El ex ministro del Interior y actual dirigente del PP Rodolfo Martín Villa arremetía ayer en una carta abierta en EL PAÍS contra usted pidiéndole que no caiga en la trivialidad.
R. Mi problema es que Martín Villa merece todos mis respetos, aunque no esté de acuerdo con él. Yo podría aportar el diccionario de insultos, de injurias continuadas, que me ha dedicado el PP durante dos años, y no sólo a mí, sino al conjunto de los socialistas. Resulta sorprendente que ahora hable del riesgo de que se divida España entre la derecha y la izquierda cuando el PP lleva dos años trabajando activamente para lograrlo.
P. ¿Se imagina a Francisco Álvarez Cascos en su sillón?
R. Prefiero no imaginármelo.
"Se ha hecho un razonable ajuste de cuentas con el pasado y se ha acabado con la impunidad"
Juan Alberto Belloch está empeñado en numerosas batallas, una de ellas muy particular: la lucha contra la cultura de la sospecha generalizada. Y quizás es la única en la que se considera derrotado.
Pregunta. ¿Tan extendida está?
Respuesta. Es muy grave actúar sin ninguna prueba. Entre los grandes costes que hemos tenido en los dos últimos años de vida política es que la cultura de la sospecha ha avanzado muchos puntos frente a la de la inocencia.
P. ¿No hay sufiente base, con los escándalos que han estallado, para esa cultura de la sospecha?
R. Hay suficientes excusas, no razones. El hecho de que se hayan abierto investigaciones sobre un montón de temas de corrupción genera excusas para que gane la cuItura de la sospecha. La lectura más sana que hay que hacer es que este año se ha conseguido hacer un razonable ajuste de cuentas con el pasado. Hemos acabado con la impunidad y la sensación de impunidad.
P. ¿No se siente atrapado por se pasado?
R. Creo que estamos actuando en todos los casos de manera rigurosa para depurar sensata y razonablemente la corrupción. Hay casos en que nosotros vamos más allá que los jueces, por ejemplo, en los casos de malos tratos de funcionarios policiales.
P. ¿Qué batallas ha ganado?
R. En Justicia se ha consolidado la reforma de la ley orgánica y tenemos la Ley del Jurado. Antes de fin de año presentaremos las Leyes de Enjuiciamiento Civil, Contencioso-administrativo y Criminal. Y lo más importante es que el Código Penal de la democracia puede estar terminado en noviembre y que antes de julio espero presentar la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo.
P. ¿Y en Interior?
R. Aquí hay una excepcional noticia: la reducción de la tasa de delincuencia en un 3,9%. En represión del narcotráfico, el 94 ha sido un año espléndido. En materia aniterrorista, a pesar de atentados cualitativos muy importantes, ha sido el mejor año desde 1977. En un país normalizado se diría que se han cumplido los objetivos. Y, sin embargo, se, ha extendido la opinión errónea de que hemos puesto en cuestión la eficacia policial por los cambios realizados en la cúpula policial, cuyos resultados, sin embargo, son excelentes.
P. Pero el terrorismo sigue siendo un enorme problema.
R. El trabajo que estamos haciendo se ha traducido en una limitación importantísima de la capacidad operativa de ETA. Lo que ocurre es que ETA va a objetivos que entiende que le pueden dar gran rentabilidad en el plano de la propaganda armada. En esa línea irían los atentados contra José María Aznar y Gregorio Ordóñez.
P. Y en Asuntos Penitenciarios.
R. Sólo un dato
¿Alguien ha oído hablar de motines? Asuntos Penitenciarios está haciendo un trabajo de fondo impresionante, con modificaciones estructurales que no se ven y que, por tanto, no son noticia.
P. Parece muy contento con la delegación del Plan Nacional sobre Drogas.
R. Está funcionando muy bien y sin que haya prácticamente conflictos entre un cuerpo policial u otro. Los resultados en la lucha contra las grandes redes de narcotráfico son espectaculares.
P. Su balance es poco autocrítico, ¿no?.
R. Es que Justicia e Interior funciona estupendamente bien. En un país normalizado se diría que el año 94 ha sido muy bueno, si no hubiera la crispación que hay...
P. ¿Puede ya dar una explicación clara sobre los papeles de Laos usados en la captura de Luis Roldán?
R. ¡Me parece asombroso! No digo que ése sea el caso, pero la propia hipótesis de que Roldán haya sido traído con engaños supone una profunda ignorancia jurídica por parte de quien lo suscita. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos dice de manera expresa que usar el engaño para traer a un delincuente es perfectamente legítima. ¿Entonces de qué estamos hablando? La discusión es pedestre. El engaño es la metodología usual para conseguir coger delincuentes en todas las policías del mundo. En eso consiste el juego: en ver quién engaña a quién. Lo que hay que impedir es que se usen métodos contrarios a los derechos individuales, y en el caso Roldán no lo son.
P. El único error que usted ha reconocido es cómo comunicó la detención de Roldán.
R. Reconocí ese error porque no debí haber dado rueda de prensa, sino sólo una nota sobre la captura de Roldán. No presenté a la prensa los papeles de Laos porque hubiera perturbado a los juristas, teniendo en cuenta que había dudas de su autenticidad. ¡Ah! También reconozco otro error: no haber desmentido
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