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28 MAYODUELO AUTONÓMICO: NAVARRA

Alli quiere ser Pujol

El actual presidente trata de resistir ante Sanz, el líder de su antiguo partido, UPN, y el socialista Otano

Cuando se escabulle en sus pensamientos, Juan Cruz Alli, de 52 años, el actual presidente de Navarra, se ve a sí mismo como un gran líder nacionalista del norte, una especie de Jordi Pujol con txapela. Al menos, despierto, no tiene reparo en reconocerlo: "Admiro muchísimo a Pujol. En casa tengo sus obras completas".No es sólo admiración pasiva. El nuevo partido de Cruz Alli se denomina precisamente Convergencia de Demócratas Navarros (CDN), con la palabra convergencia en caracteres mucho mayores que las otras. Incluso, en la propaganda electoral, las cabezas de los candidatos sólo dejan ver este término como una amplia sábana que acoge a todos. "Lo que yo quiero para Navarra es lo que ha construido Pujol en Cataluña confirma Alli; "una fuerza en la que converjan diferentes sectores, sociales y políticos en un objetivo común".

Allí tiene ya un discurso nacionalista y hasta unas siglas nacionalistas. Sólo le falta una nación. "No, no", protesta; "Navarra es una nación. Tiene una fuerte historia propia, unas leyes forales propias y un sentido de vivencia colectiva. Por no hablar de que la Constitución atribuye a los navarros la posibilidad de decidir su futuro en solitario o junto a otra comunidad. Eso es ser una nación", concluye.

Hace sólo dos meses, Allí era el líder de la Unión del Pueblo Navarro (UPN), el gran partido navarrista de la derecha, nacido para oponerse a los intentos de integrar a Navarra en Euskadi. Es decir: muy navarros y muy españoles.

Hace menos de 60 días se consumó la escisión. Alli no fue reelegido candidato a la presidencia y fundó su propio partido. A muchos líderes de UPN les producían taquicardias sus guiños a Herri Batasuna (HB). Allí asistía a la Fiesta del Euskera en Navarra; se presentaba por las bravas en la conmemoración de la batalla de Amaiur, la última refriega, hace casi 500 años, de las tropas navarras contra los castellanos y... los guipuzcoanos, una conmemoración abanderada por HB y en la que menudean los gritos de independencia; negociaba una modificación técnica de la autovía de Leizarán con la coordinadora abertzale. "Alli se había pasado al enemigo", según un ex compañero. "En modo alguno. Yo reivindico la historia de Navarra y su patrimonio, incluido el euskera. Todo eso es Navarra y nada tiene que ver con el País Vasco", se, defiende Allí.

Pero en UPN aquello pareció intolerable. Para muchos militantes, desprenderse del jefe fue duro. De este hombre se pueden decir muchas cosas: carismático, populista, narcisista, ambicioso, ambiguo, irresponsable... En cualquier caso, es el eje de la campaña electoral pese a haber renunciado a los mítines. Su nueva formación tiene 451 militantes y un piso. Su figura es su único capital.

Una figura corretona, que se siente cómoda paseando, por ejemplo, por la romería de Santo Domingo, cerca de Tafalla; trotando de fuego en fuego entre unas "pataticas" del calderete, un trozo de txistorra o un loncha de chula -"los pijos le llaman bacon", matiza"-.

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"Lo mío es el centrismo", proclama Alli. "Lo suyo es el egocentrismo", responde un adversario.

El centro o incluso el centroizquierda, que reivindica para succionar votos al PSOE, le nace a Alli en la cabeza, pero se le acaba en la cintura. Para abajo topamos con el Opus Dei, en estas tierras mucho más que una referencia retórica.

Navarra es el único lugar de España en el que no se cumple la ley del aborto. No se hace uno, ni en la sanidad pública ni en la privada. Tampoco se reparte un preservativo contra el sida, un tema en el que el Gobierno ha recomendado Ias relaciones sin penetración", o en el que se pregunta a los funcionarios por sus gustos sexuales.

La sociedad navarra es compleja. De ello sabe Miguel Satiz, de 42 años, el candidato de UPN, fusionado con el PP. Sanz fue durante nueve años en La Ribera, donde aprendió a amar a Paco Camino y Curro Romero. Hombre más bien oscuro, ha tenido que lanzarse a la arena pese a ser más de despacho que de tribuna. Lo hace, por ejemplo, en el Círculo Católico de Estella, pero no es Castelar. Tampoco importa. El auditorio es combativo y le aplaude con pasión cuando se explaya en los logros de su Gobierno, explica cómo se pueden bajar los impuestos sin recortar los servicios públicos, salpica un chiste sobre "los de Bilbao" o alude a las raíces carlistas. Ahí, por cierto, también entra en colisión con Alli, hijo de requeté. Nadie sabe explicar con exactitud en qué se plasma ahora la tradición carlista, tal vez en un apego a la tierra y una cierta actitud resistencialista, pero, aunque no se racionalice, todos saben de qué se trata.

Racionalizar es una de las palabras favoritas de Javier Otano, de 49 años, del PSOE y tercero en discordia. Hace un año sustituyó al líder carismático del socialismo navarro, Gabriel Urralburu, tocado por un fleco del caso Roldán. Urralburu se metió en su casa a estudiar Derecho y Otano se lanzó a los caminos a reconstruir un partido medio demolido por la adversidad.

Otano es escéptico, como hombre leído -conserva en su casa 900 obras de teatro, entre ellas todas las de Valle-Inclán-, y tiene un hablar pausado. Pretende sacar la cabeza entre el barullo montado por los otros candidatos. Pidió el carné en 1982 porque "de independiente" le hacían menos caso" y ha invitado a Carlos Solchaga a dar un mitin. "Aunque", aclara, "yo creo en el sector público para combatir las desigualdades. La educación y la sanidad públicas son esenciales para los menos favorecidos".

Otano ahora es el líder más cortejado porque todos saben que el día 29 se abrirá un proceso de negociación. Él tiene un elemento a su favor: ninguno de los otros dos líderes le depara sentimientos odiosos. Ése es un factor no desdeñable debido al encanallamiento entre las otras dos fuerzas. Pero no es el único.

Navarra es una comunidad próspera, pero enormemente fragmentada y compleja. Uno de estos tres hombres la dirigirá, pero cualquiera que sea tendrá que estar muy atento a los otros.

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