Paro y democracia
Ante las voces que claman aludiendo a la caótica situación de este país y, en concreto, a la falta de expectativas de trabajo, especialmente para los jóvenes, no cabe otra postura que asentir. Es cierto, todos estamos de acuerdo en que el paro es el mayor problema que tenemos en España. Lo que resulta más difícil de escuchar sin sorprenderse es que tal coyuntura sea una novedad en` nuestra historia. El rasgo característico y determinante de esta época, 'que contribuye en mayor parte a la merma de las posibilidades de encontrar trabajo, es una tecnología que se introduce a veces de manera subrepticia en todas las actividades cotidianas de una sociedad moderna como la nuestra y, desde luego, en todos los procesos de producción, sustituyendo hombres por máquinas y manos por ordenadores.Tomando en cuenta esta circunstancia de nuestros tiempos y sus consecuencias, conviene no olvidar épocas pasadas en las que las oportunidades de ganarse dignamente la vida también brillaron por su ausencia. Desde los miserables que embarcaron para probar fortuna camino de las Américas en tiempos de Colón hasta los que siguieron sus pasos entrado ya el siglo XX, llegando a los que unas pocas décadas atrás decidieron buscar en Europa lo que no se les ofrecía fronteras adentro. Resulta, por tanto, cuando menos sorprendente que algunos crean que todas nuestras desgracias, y especialmente la del paro, son un regalo indeseable traído por la democracia. Confusión peligrosa que, dé no corregirse, seguro que estará lejos de aportar algo positivo al desarrollo democrático de nuestra convivencia.-
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