_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La patria

Manuel Vicent

La humanidad tiene ya una patria común que es la informática. Esta patria se halla ahora contenida en pequeñas cajas de diseño aséptico y puede ser accionada con la yema de los dedos. En el futuro el tamaño de estas cajas, la dimensión de esta patria universal se reducirá aún más hasta perfeccionarse totalmente: la humanidad entera podrá transportarse a sí misma en el bolsillo en una diminuta petaca junto al llavero. La sabiduría acumulada, la experiencia de la historia, los de seos más privados, todas las formas del sexo, después de ser convertidas en dígitos, estarán a disposición de cada uno con sólo pulsar levemente el teclado con la pulpa del índice. Este leve impulso hará que todo lo imaginable sea posible. La informática es ya una patria común, el resto, o sea, la moral, se reduce a tener limpia la acera de casa. Pero también esta acera pronto será universal. Saldrá uno del portal y se encontrará frente a los leprosos de Calcuta, y los criminales de Nueva York. El corazón del mundo se mueve en sístole y diástole. Se contrae informática mente y se dilata en imágenes. Cada latido reduce a la unidad microorgánica de los ordenado res todo el bien que los humanos han conquistado; ese mismo latido expande imaginativamente la miseria que la gente genera sin cesar y la llevan hasta la intimidad de todas las almas. Los límites de la patria común vienen ya marcados por un simple teclado. En estos ordenadores del séptimo día el teclado no podrá ser inferior a la yema del dedo que lo impulsa, de modo que ella es en realidad el mapa de nuestro universo. A través de los dedos en tramos ya en la biblioteca del Congreso, en el mercado de la esquina, en la cama de la amante desconocida que hemos enamorado o capturado digitalmente en Australia. A su vez todo el mal de la humanidad se ha transformado en imágenes y con ellas somos alimentados. Si uno apaga el televisor se convierte en un inocente. Si uno se pone unos guantes de boxeo y no puede apretar las teclas del ordenador se convierte en un exiliado del mundo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_