Madrid no lo merece
EL ALCALDE de París es desde hace cuatro días presidente electo de Francia después de una durísima campana en la que venció, entre otros, al jefe del Gobierno. ¿Han intentado imaginarse a Álvarez del Manzano o a Barranco como aspirantes a la presidencia del Gobierno? No es aconsejable semejante ejercicio de fantasía. Es cierto que la gente está algo cansada de líderes insustituibles. Pero entre eso y el plantel de as pirantes con visos de suplentes que los partidos ofrecen a los madrileños hay un abismo. A los dos citados se suma el candidato de Izquierda Unida, Francisco Herrera. Tres políticos de escasa relevancia en sus respectivas formaciones. Su peso político ante la sociedad es, digámoslo con suavidad, limitado. Los tres repiten. Ya fueron cabezas de lista en 1991, y todos ellos han llegado por la vía del escalafón el óbito. La muerte de Tierno Galván en 1986 hizo alcalde a Barranco, y el ascenso de Álvarez del Manzano en 1991 se vio igualmente favorecido por la retirada de su ya entonces enfermo antecesor, Agustín Rodríguez Sahagún.
No es que pidamos un Metternich o un Salvador de Madariaga para que dirija esta alcaldía. Pero es lamentable que los partidos no encuentren candidatos con futuro y peso político que quieran asumir el riesgo de competir con otros para hacerse con el mando y representación de esta ciudad. Madrid debería ser para los políticos un trampolín, no una chamarilería.El actual alcalde llegó a serlo tras más de 20 años de concejal. De Barranco se sabía ya en 1991 que no podía ganar porque su voto era marginal en varios distritos del centro, pero la propuesta de presentar a Morán fue considerada un intento de saltarse el escalafón. La idea de colocar a Barranco de primero y al hijo de Tierno de segundo es un genial intento de síntesis digno del doctor Franz de Copenhague. El candidato de IU ha dicho que los resultados de Madrid mostrarán el futuro mapa político de España: un gran partido conservador (PP), un gran partido de izquierda (IU) y un partidito bisagra (PSOE). Incluso si se cumpliera su profecía, sería poco creíble que fuera por el arrastre electoral del autor.
La representatividad simbólica de la alcaldía de la capital requiere candidatos seleccionados con criterios más amplios que el de mera eficacia administrativa. Pero si además ninguno de ellos destaca por la brillantez de su gestión, acabaremos por sospechar que los partidos quieren castigar a los madrileños. O simplemente designar candidatos que no puedan hacer sombra a nadie si llegan a la alcaldía. Aunque puede ser también que ningún político de renombre esté dispuesto a arriesgarse a perder y quedarse en mero concejal.
Resulta penoso tener que elegir entre tan poco lucido plantel. Baste recordar que en la otra gran ciudad española, Barcelona, competirán, Pasqual Maragall y Miquel Roca, y que por el Ayuntamiento de Madrid han pasado políticos Como Leguina, Ruiz Gallardón, Miguel Herrero o Almeida. Gente diversa, pero con peso político. Ahora, con las opciones que se ofrecen, hay que hacer un ejercicio de disciplina cívica para acudir al colegio electoral, a elegir entre casi nada. Realmente, Madrid no se merece esto.
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