Los atentados de ETA
Desde hace algún tiempo me asusta lo poco que me impresionan los atentados de ETA. Al principio de ocurrirme esto pensaba que me había acostumbrado y me sentía un inmoral, pero ahora creo saber lo que me pasa y me gustaría transmitirlo.Cuando ETA mata o lo intenta a una u otra persona, no lo hace porque se plantee "saltos cualitativos". Sencillamente ataca donde cree que más duele. Es la opinión pública y sobre todo la clase política la que realiza esos saltos cualitativos en sus reacciones, cayendo de una forma ingenua en el juego terrorista.
Las declaraciones y reacciones apasionadas e incluso movilizadoras del bloque democrático tras el atentado contra Aznar tienen un doble efecto que entusiasma a los terroristas. Por un lado, evidencia que el atentado, aun cuando no hayan conseguido asesinar a la persona, ha sido un éxito; desestabiliza, provoca reacciones acaloradas, enfrenta a los nacionalistas con los españolistas y consigue una convocatoria de los pactos antiterroristas, demostrando su debilidad y necesidad de autoafirmación continua. (Reunir estos pactos, al poco tiempo de un atentado es un fruto más de la acción terrorista).
ETA llegó al umbral máximo de mi indignación y repugnancia hace mucho, y por el hecho de que asesine o lo intente a una u otra persona mi opinión sobre ellos y sobre cómo hay que combatirlos no va a variar. Que no se entienda esta posición como conformismo, sino quizá como resultado de un cierto cansancio que me hace ver el problema como una carrera de fondo en la que hay que atacar, sobre todo, cuando el enemigo esté despistado y no cuando él quiera.
Sé que esta postura no es fácil y que la indignación provoca irreflexión y reacciones rápidas, pero si todos nos aguantamos los machos a tiempo quizá podamos ver el fin de este complicado fenómeno. Ésta es la reflexión que me permite no verme como un desaprensivo acostumbrado al asesinato-
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