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El dragón

Se paseó por Madrid el dragón con el que tuvo que habérselas sant Jordi, patrón de Cataluña, cuando salvó a la doncella. El monstruo fue localizado y reducido en el Parque de las Naciones, ante más de 2.000 invitados, muchos de ellos catalanes residentes en Madrid, que tomaban cava con aperitivos de butifarra y fuet y que recibieron como obsequio, según es tradición, un libro y una rosa. La rosa se adornaba con la cinta de la senyera cuatribarrada. El libro era una reedición bilingüe de una obra maestra del pensamiento medieval, Blanquerna, de Ramón Llull o Raimundo Lulio, el primer autor que empleó una lengua romance, el catalán, para escribir filosofía.El Día del Libro, celebrado el domingo anterior con especial brillantez en Barcelona, es resultado de la azarosa y casual reunión de una serie de tradiciones. Desde antiguo se celebraban en la ciudad ferias de flores en la fiesta de san Jorge y la Generalitat repartía rosas a los visitantes. Ferias de libros también hubo siempre, pero fue un librero valenciano establecido en Barcelona quien,. en 1924, tuvo la idea de celebrar el Día del Libro el 23 de abril, en que se conmemora la muerte de Miguel de Cervantes. Se llamaba Vicente Clavel Andrés. Barcelona fue la ciudad que mejor ha sabido mantener la tradición.

La coincidencia del día de Cervantes, que tantos elogios dedicó a la capital de Cataluña, con la fiesta de san Jordi, su santo patrón, dio lugar a esta original alianza de los libros con las rosas. La existencia real de san Jorge, mártir de Capadocia, fue puesta en duda por los hagiógrafos, y la Iglesia quiso retirar su fiesta del calendario. No lo consintieron los países que lo tienen por patrón y así continuó el caballero que, existiera o no, debió de ser una excelente persona, persiguiendo al dragón del cuento que aparece siempre bajo una u otra forma. En el Palacio de Congresos de Madrid, el anfitrión Jordi Pujol dijo que el dragón es "todo lo malo que llevamos dentro". Sin hacer un discurso político, el president defendió la cultura de Cataluña. Ruiz Gallardón, en nombre del alcalde, soltó una parrafada en buen catalán.

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