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LA SUCESIÓN DE MITTERRAND

Jospín acorta distancias

Un mensaje de apoyo del presidente Mitterrand, leído en el transcurso del mitin en Mont-de-Marsan, será el mayor gesto de complicidad tolerado por Jospin hasta ahora. La vieja guardia mitterrandiana, con Jack Lang al frente, intenta aproximarse al candidato socialista protegida tras la figura del anciano Mitterrand. Pero Jospin, que no quiere renunciar a su "derecho de inventario" de los dos septenatos, repite: "Yo soy yo y él es él". Y anuncia que si es elegido gobernará con gente nueva.Los sondeos siguen aproximando, lentamente, los porcentajes de los dos candidatos. Hace una semana acreditaban a Chirac con un 57% de las intenciones de voto y Jospin no pasaba del 43%. Cinco días después, los 14 puntos de distancia se han reducido a sólo 8: 54 contra 46. Es lo que Jospin llama "una dinámica favorable que desafía a la aritmética inmóvil".El número de indecisos es aún considerable, y el debate televisado del próximo día 2 de mayo bien pudiera ser decisivo a la hora de convencer a un 21% de electores que confiesa no haber tomado una decisión definitiva. En cualquier caso, a través de diferentes entrevistas televisadas, y a pesar de no beneficiarse de la benevolencia con que los periodistas tratan a Chirac, el inesperado vencedor de la primera vuelta da la sensación de sentirse cada vez más cómodo ante las cámaras o ante la multitud. Simboliza esa confianza en sí mismo el que Jospin haya optado por renunciar a los clásicos sparrings para preparar la confrontación con Chirac ante las cámaras.

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Chirac une a toda la derecha contra el socialismo

El fantasma de las victorias inesperadas de los demócratas Jimmy Carter y Bill Clinton no deja de ser evocado por todos los medios de comunicación franceses, que destacan que el candidato socialista juega al baloncesto, ha fumado algún petardo que otro, se ha rebelado contra una guerra -la de Argelia- y está casado con Sylviane, una mujer de gran valor intelectual, especialista en Kierkegaard y Heidegger. Ante todos esos signos, las manzanas que escogió como símbolo Chirac parecen perder color y sabor.

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