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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La amenaza 'ultra' en Francia

AL MARGEN de la sorpresa del buen resultado electoral de Jospin, lo más espectacular de la primera vuelta de las presidenciales francesas del domingo ha sido el ascenso de las fuerzas antisistema, y entre ellas, sobre todo, de la ultraderecha de Le Pen, que supera su cota máxima anterior y sobrepasa el 15% de los votos. En conjunto, casi el 30% de los franceses ha votado a fuerzas situadas a la derecha de la derecha o a la izquierda de la izquierda. Hace 20 años, ese voto rupturista era preferentemente de extrema izquierda y en conjunto apenas superaba el 5%. Ahora, es la ultraderecha quien lo capitaliza en mayor proporción.La sorpresa de las europeas de 1984, cuando Le Pen superó el 10%, se tornó preocupación en las presidenciales de cuatro años más tarde, en que alcanzó el 14,4%. El resultado de ayer demuestra que. el ascenso de esta corriente no es un fenómeno pasajero. Especialmente si se considera ese otro 5% -casi millón y medio de votos- recogidos por De Villiers, la versión aristocratizante del nacionalismo más extremista. La tradición ultranacionalista y populista representada por figuras como Charles Maurras o, Maurice Barrès ha venido a superponerse en los últimos años a una combinación explosiva de aguda crisis económica y fuerte rechazo a la inmigración. Todo ello ha aportado una creciente base social a la nueva ultraderecha.

Un estudio reciente ilustra qué buena parte del electorado de Le Pen pertenece a sectores que hasta hace unos años constituían la principal reserva de los votos de la izquierda., Obreros no cualificados, parados y jóvenes constituyen más del 50% de sus votantes. Un antieuropeísmo demagógico y la propuesta de expulsión de los más de tres millones de inmigrantes extranjeros constituyen las principales banderas de Le Pen. Su atractivo consiste en que ofrece a esos sectores la oportunidad de desviar contra culpables claramente identificados sus propias frustraciones vitales y, especialmente, económicas. Junto a ello, el acento puesto en la segur idad ciudadana es un gancho para sectores de las clases medias que no han notado un gran cambio en este aspecto con los Gobiernos de centro-derecha.

Su radicalismo hace de Le Pen un aliado indeseable para las fuerzas de centro-derecha, que podrían arriesgar el voto del electorado moderado en caso de acercamientos explícitos; pero Chirac puede necesitar al menos una parte de esos cuatro millones y medio de votos del candidato ultra para asegurarse su triunfo frente al agrupamiento de la izquierda. Esperemos que el guiño de Chirac a este voto de la ultraderecha no conlleve la adopción por este candidato de los aspectos más detestables del programa de Le Pen.

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