El Madrid sufre para estar en semifinales
El conjunto blanco doblega en una buena segunda parte a un intermitente Amway
Llegaba el Amway a Madrid dispuesto a colocar al equipo madridista en una situación comprometida, y las circunstancias invitaban a ello. La perspectiva para los campeones de Europa era inquietante. Una derrota no sólo adelantaba sus vacaciones, sino que impediría a cuanto menos el defender el ansiado galardón conquistado hace apenas 10 días precisamente en la ciudad de donde procedían sus adversarios. Por no hablar de las consecuencias internas que con bastante certeza se desencadenarían, con medio equipo terminando contrato y unas austeras directrices en el horizonte. Al final, todos estos fantasmas se quedaron en casa bajo llave, y el Anway, no logró ni siquiera llevar al Palacio la sombra de la duda. Alfred Julbe, entrenador zaragozano, tiene muy clara su apuesta. El baloncesto se debe jugar corriendo, sin miedo, decididos a resolver las jugadas a la primera oportunidad. Según su libreto, los jugadores tienen la suficiente libertad para desarrollar sus habilidades sin excesivos corsés. Esto está muy bien, y hay que aplaudir su iniciativa en unos tiempos que corren tan timoratos. Ahora bien, su entrañado adolece de un factor fundamental: la versatilidad. Es el Anway un conjunto que juega de espaldas al marcador, es decir, que los avatares del encuentro no condicionan casi nunca sus evoluciones.Por contra, el Madrid, incluso en sus desafortunados primeros veinte minutos, siempre pudo mantener su sitio. Tampoco su colectivo posee la astucia de un lince a la hora de leer los partidos, pero conservó la calma en el momento crítico del choque, cuando a falta de 16 minutos y con la exigua renta de 7 puntos (49-42), Sabonis cometió la cuarta personal. Completaba así el lituano una primera parte de su actuación demasiado expuesta a su explosivo carácter. Dispuso entonces Obradovic un quinteto de bajitos (Lasa, Biriukov, Henry, Cargol y Arlauckas) y con él ganó la eliminatoria. No es la primera vez que la ausencia de Sabonis provoca una catarsis colectiva en sus compañeros.
Txetxu Briukov merece comentario aparte. En estos días, atraviesa momentos difíciles. Tiene su futuro incierto y las rodillas le están pasando factura. El día que el Real Madrid se proclamó campeón de Europa, Txetxu, seguramente el hombre que más había perseguido, sufrido y soñado con ella, no jugó ni un sólo minuto. Ayer, el capitán madridista volvió a la vida, surgiendo de la nada en la que había desembocado por sus problemas físicos y la ascensión a los cielos defensivos de la pareja Santos- García Coll. Biriukov apuntaló al Anway con tres triples y una presencia constante en el desarrollo del juego. Junto con un motivado Henry, formaron un dúo muy productivo que equilibró las prestaciones interiores de Arlauckas y sacó provecho de la inteligente dirección de Lasa.
La recuperación de Biriukov fue una de las mejores noticias que recibió la eufórica parroquia madridista sobre todo de cara a una semifinal ante el Barcelona que no admite cábalas. Se busca el triunfo total, y en el reverso de la moneda sólo hay miseria. Para un equipo con vocación masoquista como el Real Madrid, esto puede considerarse hasta una ventaja.
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