El vizconde contra 'los locos de Bruselas'
En 1994, el vizconde Phlippe de Villiers, animado por sus siete hijos, se lanza a la batalla de las elecciones europeas. Logra el 12,4% de los votos y 13 escaños. Desde septiembre de 1994, al frente de su Movimiento por Francia, abandona el Partido Republicano y se lanza a la carrera hacia la presidencia. De Villiers es la lucha contra el aborto, contra la droga, contra Schengen y el GATT y, sobre todo, contra "los locos furiosos de Bruselas". También ha sabido capitalizar su antiparisinismo y sus continuos ataques contra la corrupción de partidos que necesitan mucho dinero para hacer funcionar su maquinaria clientelista. Le confunden con Le Pen, pero el electorado del vizconde está en las provincias, es burgués, católico y mayoritariamente, vive en zonas rurales, mientras que el de Le Pen es urbano, agnóstico y popular.De Villiers es tradicionalista, conservador y de derechas, pero no es racista ni fascista. En su discurso antiemigración, el gran argumento es la preferencia comunitaria, pero nunca la xenofobia. En esta campaña, De Villiers anda perdido porque le falta un Delors contra el que poder lanzar todos sus dardos anticomunitarios, que son los de los propietarios agrícolas, los armadores o los pequeños industriales hundidos por acuerdos como el del fletán o los de la Política Agrícola Común. De Villiers es un liberal estricto, partidario de suprimir el impuesto sobre la renta, pero también de mantener el franco como moneda. De Villiers habla siempre de "soberanía nacional" y cree que la moneda única significa "transferir el poder de decisión a Bruselas", capital de una burocracia que él denuncia.
Favorable a una revisión que abarque incluso lo establecido desde la Revolución Francesa, De Villiers acepta el concepto de "servicio público" porque ponerlo en crisis es entrar en guerra contra algo que mantiene su popularidad, tanto entre los electores de izquierda como de una gran mayoría de la derecha...
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