Un policía nacional muere en Navarra al manipular un artefacto explosivo
El policía nacional Eduardo López Moreno, destinado en el puesto fronterizo navarro de Etxalar, murió ayer como consecuencia de la explosión de un artefacto en un cuartel de la Guardia Civil, ya abandonado, en Endarlaza, a 81 kilómetros al norte de Pamplona y cerca de Vera de Bidasoa. Según fuentes oficiales, el fallecido se hallaba manipulándolo. Estaba compuesto por cuatro kilos de un explosivo de gran potencia acompañado de un mecanismo temporizador. Interior barajaba anoche dos hipótesis: que López Moreno se lo hubiera encontrado o que hubiese ido a pescar con dinamita.
Según los datos facilitados por la Delegación del Gobierno en Navarra, el estallido se produjo hacia las cuatro de la tarde.Equipos de desactivación de explosivos de la 521 Comandancia de la Guardia Civil, de Pamplona, se trasladaron hasta el lugar inmediatamente pensando que el artefacto podría estar acompañado de alguna bomba-trampa destinada a los miembros de las fuer zas de seguridad del Estado que se acercaran a ese punto, ubicado a escasos metros de la carretera N-121, que une Pamplona e Irún (Guipúzcoa). El suceso causó precisamente el corte de la vía y creó largas retenciones de camiones y turismos durante varias horas.
Tras realizar un primer rastreo de las inmediaciones del pequeño edificio del cuartel, situado en un paraje aislado y sin viviendas a su alrededor, se comprobó que allí se hallaban los restos, irreconocibles, de una persona que, según determinó la investigación, murió al manipular el artefacto.
El fallecido, según fuentes de Interior, es Eduardo López Moreno, miembro del Cuerpo Nacional de Policía. En las inmediaciones del cuartel, que sufrió grandes daños, se localizó un vehículo Ford Scort, de color azul claro, de su propiedad.
La Delegación del Gobierno en Navarra confirmó que el cuartel de Endarlaza se encontraba cerrado desde hacía dos años. Ubicado junto al límite fronterizo con Guipúzcoa y al borde del río Bidasoa, dista apenas un kilómetro del sitio en que, en 1985, fue hallado el cuerpo sin vida del navarro Mikel Zabalza, ahogado, según la versión oficial, cuando pretendía huir, esposado, de los guardias civiles que lo custodiaban.
Zabalza, natural de Orbaizeta, había sido detenido acusado de presunta relación con la organización terrorista ETA. Recientes informaciones sobre una posible petición de reapertura del llamado caso Zabalza hicieron sospechar ayer que el suceso que costó la vida a López Moreno podría tener relación con este hecho.
Al cierre de esta edición, las circunstancias que habrían enmarcado lo ocurrido seguían pareciendo muy extrañas y se presumía que la investigación sería complicada y laboriosa. En principio, una emisora de radio local informó que Lopez había ido a pescar a los alrededores del lugar en que se produjo su muerte.
Secreto del sumario
Por otra parte, el juez de instrucción número 1 de Estella, Fermín Goñi, ha decretado el secreto del sumario instruido tras el hallazgo del cadáver de Juan José Urrutia Pérez, vecino de San Sebastián, de 32 años, casado y con tres hijos, que fue encontrado en la mañana del pasado martes con un tiro en la cabeza en un paraje montañoso de la sierra navarra de Urbasa.
Las unidades de los Grupos Especiales de Servicios (GES) de la Guardia Civil rastrearon ayer la zona donde fue hallado el cuerpo.
Urrutia poseía un carné que le acreditaba como investigador privado, aunque, al parecer, no ejercía en la actualidad esta profesión, sino que vivía de diversos negocios. La última vez que se le vio con vida fue en el picadero de Caballos que la sociedad Marekur, de la que precisamente era el gerente, posee en el barrio donostiarra de Intxaurrondo.
A unos siete kilómetros del lugar donde se encontró el cadáver, la Guardia Civil localizó el vehículo del fallecido, un Ford Fiesta matriculado en Navarra. Junto al coche se encontró una bala de calibre nueve milímetros Parabellum. Aquélla con la que fue asesinado pertenecía, sin embargo, al calibre 22 o al calibre 6,25, según indicaron fuentes de la investigación.
La esposa del fallecido, Nekane Madariaga, ha negado de manera rotunda que su marido hubiera recibido cualquier tipo de amenazas.
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