Meter el miedo en el cuerpo
A tenor de lo que escribió públicamente hace un año, el preso de ETA Antonio López Ruiz, Kubati, vio ayer nuevamente cumplido, siquiera parcialmente, su "deseo esperanzador de que al poner la radio oiga por ella una buena noticia que me alegre el día". Kubati, asesino de la dirigente de ETA reinsertada María Dolores González Cataráin, Yoyes, y elemento al que la dirección de ETA distinguió con el título de "cualificado militante", ha seguido insistiendo en la necesidad de meter el miedo en el cuerpo de los políticos, pese a que el 23 de enero ya debió de sentirse plenamente colmado en su celda de Teruel al oír la noticia del asesinato del dirigente del PP Gregorio Ordóñez. Colmado, pero no hasta el punto de resistirse a escribir días más tarde que "el proceso de liberación" necesita de estos "saltos cualitativos".
Dos días después de aquel atentado con el que ETA Militar inauguró de hecho la vía del asesinato político, una vía ensayada previamente y sin éxito contra el consejero vasco del Interior, Juan María Atutxa, el diario Egin expuso las presumibles razones de tal acción guiándose por "la lógica que mueve a la organización armada". Las razones apuntadas por ese diario se sustentaban en la idea de que el asesinato de Ordóñez era "una respuesta a la negativa reiteradamente anunciada por el PP a buscar soluciones al conflicto" y en el hecho mismo de que el PP era previsiblemente "el triunfador de las próximas elecciones y, por ende, detentador del Gobierno español".
Pero si las referencias al PP no han sido abundantes ni particularmente significativas en los últimos escritos conocidos de ETA y KAS, las que no han faltado han sido las alusiones "a los responsables de la prolongación del conflicto" a los políticos y periodistas "inmovilistas" que se manifiestan de una manera expresa contra la negociación política que propugna la banda terrorista. En su comunicado de revindicación del asesinato del portavoz del PP vasco, la propia ETA indicaba que el PP "mantiene las posiciones más inmovilistas en el contencioso" y señalaba que Gregorio Ordóñez "estaba en contra de una solución política".
Ayer mismo Herri Batasuna interiorizaba esta nueva consigna afirmando que "quienes con su práctica se sitúan en ese búnker españolista antiautodeterminación y antinegociación son responsables directos de la prolongación del conflicto y de todas sus consecuencias. Oponerse a la negociación política", añadía HB, "no es una mera cuestión de opinión, es militar contra la única salida democrática posible y alimentar las expresiones violentas". En realidad, la declaración de HB no es sino la formulación de una vieja idea puesta en práctica en los últimos momentos de ETA Político-militar, que la nueva generación de activistas de ETA Militar ha venido mascando desde hace años.
Ya en el boletín interno de EITA de julio de 1993 se recogía la siguiente aportación de un militante supuestamente cualificado. "El día que un tío del PSOE, PP o PNV va al funeral de un txakurra y se le llena la boca de palabras de condena y lágrimas de cocodrilo no ve en peligro su situación personal y asume este tipo de ekintzas [atentados], pues están hechos una piña en contra de nuestros derechos. Pero el día que vaya al funeral de un compañero de partido, cuando vuelva a casa quizás piense que es hora de encontrar soluciones o que quizás le toque estar en el lugar del otro:, en caja de pino y con los pies por delante)".
El énfasis del PNV
Erigida en guardián fáctico de la sociedad vasca, en indisimulado verdugo de quienes considere obstáculo para sus propósitos ETA parece decidida a desempeñar a fondo la baza del terror, deliberadamente ajena, una vez más, a los propósitos de diálogo escenificados por la mayoría de los partidos en los pasados encuentros de paz organizados por el movimiento de mediación Elkarri. El énfasis puesto por el Partido Nacionalista Vasco en el reconocimiento del "carácter político" de la lucha de ETA, su propuesta de una solución negociada vinculada al derecho de autodeterminación, su denuncia de la dispersión carcelaria de los presos y el resto de los gestos de distensión protagonizados semanas atrás por los dirigentes peneuvistas han sido vampirizados por el mundo de ETA-HB sin otra contrapartida que la reiteración en el asesinato.
Acelerar el proceso y ganar, que decía meses atrás un dirigente de HB; disimular las carencias propias por elevación en los objetivos; disolver la resistencia política y ciudadana introduciendo el miedo en el cuerpo social; que ningún oponente se sienta a salvo del "accionar armado de ETA"; forzar a los partidos a resituarse si quieren alejarse del punto en el que se sitúa la diana: ése es el objetivo de alcance de la organización terrorista.
A propósito del asesinato de Gregorio Ordóñez y tras las invitaciones al diálogo expresadas por los partidos vascos -todos, salvo el PSE-EE y el Partido Popular- en los encuentros. de Elkarri, la dirección de ETA hacía recientemente, en una entrevista publicada en el diario Euskaldun Egunkaria, el siguiente análisis: "Los políticos profesionales han entendido que las consecuencias de la prolongación del contencioso afectarán a todos y que cada uno debe esforzarse a la hora de buscar una solución racional". Dicho esto, ETA subrayaba que "la clave de la solución radica en la lucha" y "no en el color político del Gobierno. La solución del conflicto", insistía sin tapujos la banda terrorista, "vendrá en función de la presión que soporten".
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