Las ONG españolas en Burundi no quieren ser 'apagafuegos' de un conflicto como el ruandés
Las organizaciones reclaman medidas políticas en favor de la paz y de los refugiados
"Si las organizaciones no gubernamentales (ONG) se ven forzadas a retirarse de Burundi, será la catástrofe", dice Carlos Batalla, del Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad. "Todos queremos continuar allí, pero tememos que cuando la Unión Europea consiga enviar observadores, Burundi será ya un país rico... o habrá desaparecido". "No podemos seguir actuando como apagafuegos", resume María Rodríguez, de Intermón. Las ONG españolas aguardan, conteniendo la respiración, las últimas noticias de sus enviados a Burundi porque saben que el mismo incendio que arrasó Ruanda está a punto de prender allí y que el conflicto con aquellos refugiados es una asignatura aún pendiente y sangrante.
, El español Octavi Quintana, de Médicos del Mundo, acaba de salir para Burundi. Antes de emprender viaje lo tenía claro, porque a las espaldas lleva ya la vivencia in situ de la experiencia ruandesa: "Los profesionales de la sanidad han tenido que huir. Por tanto, sé que poco podremos hacer, pero hay que intentarlo". Quintana pide ante todo no cerrar los ojos: "Hace meses que la situación actual fue prevista por diversas ONG. Y ni la ONU, ni Francia ni Bélgica han hecho absolutamente nada. Como de costumbre, nos tocará a nosotros curar. Y curar siempre es más arduo cuando no se ha querido prevenir".Hasta el momento ya han muerto unas 1.400 personas a manos de extremistas tutsis o hutus. El Parlamento Europeo aprobó recientemente una resolución que exige al Consejo de Seguridad de la ONU el embargo de armas en Burundi, pero el sentimiento entre las ONG es que la paz va más lenta que la voracidad de la violencia.
Hospital reagrupado
Medicus Mundi lleva 24 años en Burundi y mantiene un doctor -José Manuel Rincón- en el hospital de Ntita, a pesar de que en la ola de violencia posterior al asesinato en octubre de 1993 del presidente del país cayó también el primer director burundés del centro sanitario: un equipo enviado por la ONG logró en febrero de 1994 reagrupar al personal del hospital, que se había dispersado. Ahora Medicus Mundi se mantiene a la espera: "Habíamos logrado sacar tres plazas para enfermeras hutus y tutsis en el Hospital Central de Asturias, pero ellas aún no han llegado", dice Pascual Ayet.
"Nosotros no realizamos ayudas de emergencia", dice Araceli Caballero, de Manos Unidas, aunque para Burundi, si llega el caso, podremos abrir una cuenta corriente como hicimos para Ruanda. Pero lo nuestro es financiar proyectos de desarrollo, aunque por la situación últimamente sólo hemos podido poner en marcha un centro de jóvenes y otro de salud".
"El problema de los refugiados se agrava", señala Octavi Quintana, "porque Naciones Unidas, a través de su organización ACNUR, no puede ocuparse de quienes siguen dentro de Burundi, que técnicamente no son refugiados, sino desplazados, y en consecuencia están sometidos a un mayor desamparo. La única medida sería una fuerza de interposición, que evitara al menos el éxodo. Ahora mismo, por ejemplo, en Ouvira, frontera entre Burundi y Zaire, aunque todavía han pasado pocos huidos, ya escasea la comida".
Las medidas políticas son, para las ONG, imprescindibles. "Sin una presión política real", dice María Rodríguez, "no podremos seguir sobre el terreno. Trabajamos ahora en los campos de Ngara, comprando mantas y utensilios domésticos y aspirando a repartir herramientas agrícolas para que los refugiados puedan ir montando su supervivencia. Pero si hay una nueva oleada de huidos, todo quedará arrollado". En Tanzania, Intermón acoge a burundeses, en colaboración con el Jesuit Refugee Service; en Goma (Zaire) distribuye comida a los refugiados ruandeses y recoge niños solos.
El Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad (MPDL) tiene efectivos en Bujumbura y Gitega (las principales ciudades de Burundi) y en Goma, pero sabe que prácticamente todo depende de Naciones Unidas y de la Unión Europea, y que la situación diplomática en Burundi no es optimista, tras registrarse manifestaciones contra el enviado de Naciones Unidas, Uld Abdalab.
Fuerzas pacificadoras
Manuel de la Rocha, del MPDL, instó recientemente a la Unión Europea a enviar fuerzas pacificadoras a Burundi y a facilitar la actuación de magistrados europeos en Ruanda, cuyas cárceles están saturadas de presos -incluso niños acusados de asesinato- en espera de juicio. El presidente de Intermón, Ignasi Carreras, ha enviado una carta al ministro de Asuntos Exteriores, Javier Solana, pidiendo acciones internacionales en la zona.
En cuanto a la presencia de la Iglesia católica, 30 misioneros españoles permanecen en Ruanda, según la Confederación Española de Religiosos, que recuerda que una de las primeras víctimas -la única española- fue Joaquín Vallmajó, padre blanco. En Burundi, los misioneros españoles son actualmente 16.
"Seguimos con la guardia levantada", dice Araceli Caballero. "La convivencia aún es posible en Burundi", afirma Pascual Ayet. En las voces de las ONG laten, fundidos, la amenaza de otra Ruanda y la determinación de impedirla.
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