Arlette Laguiller, la ternura del rojerío
La candidata trotskista aspira a la presidencia
Es la más veterana en la carrera, ya que se presenta por cuarta vez a las elecciones presidenciales. Tiene 54 años, se llama Arlette Laguiller, milita en el partido trotskista Lutte Ouvrière y está afiliada al sindicato Force Ouvrière. En 1974 era la primera mujer candidata que conocía Francia y defendía la inclusión de los anticonceptivos y el aborto dentro de la Seguridad Social. En 1981 dice que tuvo que "luchar contra corriente". Esta iba a favor de la unión de izquierdas y llevó a Mitterrand al poder. "En 1988 pude decir que los socialistas habían traicionado a la clase obrera. Y ningún trabajador me desmintió. En 1988 todos estaban decepcionados, pero no es porque uno se siente decepcionado que se convierte en revolucionario. Ahora, en 1995, me felicitan porque soy fiel a mis ideas". -Arlette no ha logrado superar nunca la frontera del 5% de los votos. Los sondeos le conceden ahora entre un 3,5% y un 6%. Ella confía en obtener más de un millón de sufragios y en alcanzar la respetabilidad del 5%, que comporta que el Estado asuma los gastos de campañía electoral, que en el caso de Arlette son modestos. "Yo hago política sin aprovecharme del dinero de los demás", resume en pleno mitín.
Obviamente, la indestructible candidata sigue soñando con la revolución, y cada año, cuando llegan las navidades, desea a sus amigos: "¡Feliz Año Nuevo y, sobre todo, una buena huelga general!". Ahora, a sus electores les propone "requisar todas las. empresas que despidan, empezando por las que cierran el ejercicio con beneficios". "No hay trabajadores franceses y extranjeros: sólo hay obreros. ¡Los únicos que me parecen extranjeros son los patronos!".
La prensa más seria, los canales de televisión, incluso las emisiones cómicas más Populares hablan de Arlette, de "nuestra Arlette nacional" con una recién descubierta ternura. De pronto el izquierdismo radical que critica "un sistema: económico dirigido por locos" y que "fabrica parados y marginados" es asumido por toda Francia, no se sabe si dentro del capítulo de la nostalgia de las utopías o de la condescendencia con el loco que dice verdades. Balladur y Chirac son "los gemelos de la derecha", y todos los que han tenido responsabilidades de gobierno se convierten, en boca de Arlette, en "ellos".
Arrastra gente de todas las edades, que conocen mejor la letra de La Internacional que los asistentes a los mítines del comunista Robert Hue.
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