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Tribuna:FÚTBOL PRIMERA DIVISIÓN
Tribuna
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Carácter y cromos

Javier Marías

Lo peor que le puede pasar a un equipo es perder su carácter. No me refiero al espíritu ganador o perdedor, porque en el fondo todos tienen el primero, más o menos desarrollado. Se trata del carácter desde el cual se proyecta ese espíritu, del estilo y del ánimo con que se aspira a triunfar, que en cada caso son distintos. Perder ese carácter es, por otra parte, muy difícil en clubes que tienen alrededor de un siglo de vida. Han de transcurrir muchos años, durante los cuales se lo torpedee sistemáticamente para que ocurra tal disparate, en realidad es una tarea poco menos que imposible y de ello se quejan a menudo los entrenadores y los presidentes, que quisieran equipos más aguerridos, o más asesinos, o más broncos, o más ufanos, o incluso más clementinos. Así, el carácter del Barcelona ha sido siempre artístico y frágil y, como se ve esta temporada, ni si quiera varios años con un duro como Cruyff al frente han logrado despojarlo de sus atributos tradicionales. El Valencia es a la vez fanfarrón y cohibido, es decir, se cohíbe demasiado en cuanto la fanfarria se calla (y no hay ninguna que dure todo un campeonato). El Athletic de Bilbao es temerario y terco y un poquito atormentado, como si jugara su propia Liga con el pasado; la Real es noble e ingenua, parece sorprenderse siempre de sus victorias. La Juventus es muy fina y se cree aristocrática, el Bayern Múnich es arrogante y despectivo, el Ajax optimista y confiado y por eso improvisa, el Liverpool es voraz y despiadado.El Madrid es heroico y altanero y también artístico (le gustan reto y desplante), y podría haber cambiado el carácter si en su banquillo se hubiera eternizado alguien tan burocrático. y soso como Floro. Por suerte, Valdano y Cappa no sólo entienden a la perfección su historia, sino que la fomentan, y si duran en sus cargos, los madridistas tendremos afianzado ese estilo para por lo menos dos lustros más, venga quien venga luego. El Atlético de Madrid, en cambio, ha perdido el suyo y de ahí todos sus males. Desde que yo lo recuerdo, en tiempos de Griffa y Rivilla, Peirá, Collar y Mendoça (qué gran jugador, y era muy, difícil que saliera en los cromos), se trataba de un equipo irresponsable y travieso. Lo primero porque carecía. de responsabilidades externas, lo segundo porque lo que más le divertía era derrotar al Madrid en una final de Copa (1-3, empezó marcando Puskas de córner directo) y perder con el colista; estar ganándole una Copa de Europa al Bayern despreciativo y dejarse empatar por un defensa (Schwarzenbeck) en el minuto postrero. También ha sido siempre un equipo marrullero y bastante acanallado, pero tenía su gracia y se permitía empatar en Glasgow con ocho jugadores sobre el campo, cosas así, a mitad de camino entre la reyerta y la epopeya. Se le sigue llaman do El Pupas cuando hace mucho que ese apodo no le cuadra, porque sus desgracias no son casuales ni se deben a la mala suerte.Hace ya ocho años, creo, se adueñó de él un presidente que jamás lo ha entendido y que lo ha convertido en un equipo histeriquizado, le ha trastornado el carácter. Donde había irresponsabilidad hay ahora atenazamiento y pánico; don de había travesura hay ahora fanfarronería valenciana; la ironía ante los reveses ha sido sustituida por la pataleta continua y las acusaciones fanáticas; todo el mundo en ese club está nublado, el ceño fruncido, apretados los dientes y la lengua mordida (hecha estropajo) para no contestar al tirano. Ya no quedan ni ánimos para la marrullería, pesea Tomás y a López y a que, eso sí, lo fomenta el señor Gil Doble: los hombres del Madrid tocaron 14 veces la pelota en el primer gol del sábado sin que ningún atlético fuera capaz de cortar el mareo, ni por las bravas. El Atleti acabará bajando a Segunda un año de éstos y los madridistas no sentiremos apenas melancolía, porque el que conocimos y nos enrabietaba y nos divertía a veces hace tiempo que desapareció del mapa, y no creo que a los niños de ahora les importe que sus jugadores les salgan o no en los cromos, si es que aún hay cromos.

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