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LA BATALLA DE BARCELONA

Escora hacia la derecha

La ciudad está cambiando su base sociológica

En todas las elecciones celebradas en la ciudad de Barcelona hasta 1988 -salvo las autonómicas, en las que invariablemente CiU se ha venido llevando el gato al agua- la fuerza ganadora fue siempre el PSC. Los comicios europeos de ese año marcaron una inflexión y desde entonces los socialistas. Sólo han conseguido ganar en las elecciones municipales de 1991. Barcelona se ha ido escorando, poco a poco, hacia la derecha.La razón de este deslizamiento electoral no puede entenderse al margen de los cambios que ha experimentado en estos años la base sociológica de la ciudad. Entre 1979 y 1991, Barcelona perdió 263.000 habitantes, una población equivalente a la de una ciudad como Granada o Alicante, y se quedó en 1.643.000.

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La gente se va de Barcelona. En la práctica, se trata de un movimiento interno, ya que la población del conjunto del área metropolitana -la gran Barcelona- se mantiene estable en torno a los tres millones de habitantes. Pero tiene importantísimas repercusiones en la ciudad central, en la que se concentra una cada vez más amplia clase media.

Estos cambios han tenido una indudable trascendencia política. Si se analizan los resultados de las elecciones locales -tradicionalmente más proclives a la izquierda- desde 1979 hasta ahora, puede observarse claramente que la derecha ha ido ganando terreno progresivamente. En 1979, las fuerzas de izquierda y centro-izquierda -PSC, IC y ERC- obtuvieron más de 465.600 votos, casi el 58% de los sufragios. En 1991, habían bajado a 396.600 votos (el 51,7%). Por el contrario, el bloque de derecha y centro-derecha -CiU, PP, UCD y luego CDS- ha subido en este mismo periodo de 306.700 a 341.800 votos (del 38,2% al 44,6%). La ventaja que la izquierda sacaba a la derecha se ha reducido espectacularmente de 159.000 a 54.800 votos.

Esta tendencia se reproduce en la relación de fuerzas entre socialistas y nacionalistas. La diferencia de 123.706 votos que el PSC sacó a CiU en 1979 se había reducido ya en 1991 a 67.748 votos. Los socialistas, cuyo margen dé ventaja en las elecciones locales es cada vez más estrecho, llegaron incluso a quedar relegados por el PP al tercer puesto en las elecciones europeas de 1994.

Los nacionalistas lo tienen ahora mejor que nunca para conseguir el sorpasso. A su favor cuentan con el retroceso general de la izquierda, el desgaste del partido socialista y la propia personalidad del candidato convergente, Miquel Roca, uno de los pesos pesados de la política española. Sólo el, carisma de su oponente, el socialista Pasqual Maragall, les pondrá las cosas difíciles.

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