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Chrysler rechaza la oferta de compra de Kerkorian

"Chrysler no está en venta". Así de claro lo expresó el Consejo de Administración del gigante norteamericano de la automoción en un contundente comunicado emitido a última hora del miércoles. Era la respuesta de Chrysler a la oferta de 22.800 millones de dólares (2,9 billones de pesetas) que el magnate del espectáculo Kirk Kerkorian había lanzado unas horas antes para comprar la empresa. La oferta ha disparado rumores y aprensiones en Wall Street, donde se sospecha que las intenciones de Kerkorian, que ya posee un 10% de la compañía, son meramente especulativas.

De resultar cierta, la propuesta de Kerkorian supondría la segunda mayor operación de la historia industrial norteamericana. Pero en Detroit, Nueva York y los mercados internacionales de capitales se teme que la oferta sea una maniobra sin más objeto que permitir a Kerkorian subir. algunos puestos en la lista de las mayores fortunas de los Estados Unidos, un palmarés en el que ya figura en la posición 23.Sea cual fuere la verdadera intención del magnate del juego y el espectáculo, la oferta ha abierto la veda de Chrysler, el tercer fabricante de automóviles norteamericano, estimulando el apetito comprador de firmas europeas como Daimler-Benz, Volvo, Peugeot, BMW y Fiat. Los analistas se preguntan si Kerkorian -junto con el ex presidente de Chrysler, Lee Iacocca- ha diseñado una estrategia para atraer a un inversor extranjero, hacer subir las acciones de la compañía y vender el 10% que posee para obtener unas plusvalías de vértigo.

Las suspicacias vienen estimuladas por la forma en que Kerkorian y lacocca pretenden financiar la compra, una operación de las llamadas "apalancadas", en las que el comprador se financia con deuda, poniendo como garantía los activos de la propia compañía que adquiere. La compra de Chrysler supondría la obtención de créditos por 11.000 millones de dólares -aún no negociados con banco alguno- y la reducción en un 70% de las reservas de la compañía.

La controversia es digna de la tormentosa historia de Chrysler, que desde su fundación en 1925 lanzó algunas de las más emblemáticas marcas norteamericanas -Dodge y Plymouth, entre ellas-, rozó por dos veces la quiebra en los años setenta y ochenta, y acabó reemergiendo como símbolo del nuevo despegue de la industria estadounidense.

No menos americana es la biografía de Kirk Kerkorian, un californiano de origen arme nío que abandonó la Universidad por el boxeo, fue piloto de la RAF durante la Segunda (Guerra, alcanzo el éxito como ejecutivo en unas aerolíneas y ha adquirido dos veces la pro ductora Metro Goldwyn Mayer. Nadie espera que tenga la intención de gestionar Chrysler a sus 77 años.

Kerkorian ha culpado repetidamente a los gestores de Chrysler por la escasa rentabilidad de las acciones de la compañía. El magnate empezó a comprar acciones de la empresa en los años ochenta, y su participación llegó al 10% en 1990. Hasta noviembre pasado, sin embargo, su influencia sobre el consejo de administración había sido mínima.

Precisamente el jueves, Chrysler comunicó unos beneficios en el primer trimestre de 592 millones de dólares, un 37% por debajo de los 938 millones que ganó en el mismo periodo del año anterior.

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