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Pedro y la extraña pareja

Máximo Pradera y Fernando Schwartz componen una pareja singular. El uno tiene el físico adecuado para protagonizar un remake de El profesor chiflado, y el otro está a medio camino entre el Bertie Wooster de las novelas de P. G. Wodehouse y el diplomático Antrobus de los relatos de Lawrence Durrell. Es decir, que, nos hallamos ante una pareja tan extraña como de agradecer en el mundo de los magazines televisivos.Se les ve aún un poco tensos, pero hay que darles tiempo: también Jerry Lewis y Dean, Martin tuvieron, seguramente, problemas de ajuste al comienzo de su carrera en común. Además, Lewis y Martin no tuvieron que enfrentarse en su primera comparecencia pública con Pedro Almodávar, quien demostró ayer por la noche en el estreno de Lo + plus que cuando abre la boca no hay forma humana de hacérsela cerrar.

Lo + plus es, a tenor de lo visto anoche, un magazine de agradable consumo. Principalmente porque el panorama general de este, tipo de programas no puede ser más cochambroso. Y también porque está realizado con agilidad y sazonado con una serie de insertos que, en la primera emisión del espacio, sirvieron para que nuestro manchego favorito recuperara el resuello y volviera con renovados ímpetus a seguir en su empeño de convertir Lo + plus en El show de Pedro Almodóvar. Durante esos breves instantes en los que el bueno de Pedro se vio obligado a guardar silencio, los espectadores pudimos ver a Chus Lampreave ejerciendo de telefonista delirante, a Ramón Colomina comentando el BOE, al inefable Yoshio pasándole la plancha por el lomo a un miembro de la audiencia, a Ana García-Siñériz presentando las últimas novedades cinematográficas y, lo mejor de todo, a Albert Boadella conduciendo un minitelediario asaz tronchante.

Ése es el esquema de Lo + plus. Sencillo y eficaz pero necesitado del lógico rodaje que haga que las cosas fluyan con algo más de suavidad que en la primera entrega del programa. vista se vio lastrada por los nervios y los problemas de ajuste de la pareja presentadora y, para qué negarlo, por un invitado que no callaba y que, siendo plenamente aceptado y querido por la sociedad que le alberga, se empeñaba en ejercer de. provocador. ¿Era necesario proponerles a Pradera y Schwartz que se practicaran una felación mutua mientras él los grababa en vídeo? Probable mente no. Lo único que consiguió fue que él pobre Máximo no abriera la boca en lo que quedaba de programa.

Queda tiempo por delante para que Lo + plus sea lo que realmente quiere ser: un entretenimiento con cierta clase para un Público cansado de que le tomen por imbécil. El estreno ha sido más correcto que deslumbrante, pero a la que Pradera y Schwartz se ajusten convenientemente y, ¡detalle fundamental!, los invitados les dejen meter baza, Lo + plus puede convertirse en una alternativa desenfadada, elegante y un punto canalla a los telediarios de la competencia.

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