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El Rey defiende en China los intereses de los empresarios españoles

El Rey se convirtió ayer en abanderado de los empresarios españoles que intentan introducirse o ampliar su cuota de mercado en China. En el país más poblado del mundo el Estado español desempeña desde hace unos años un papel de pionero, abriendo camino a sus hombres de negocios, y don Juan Carlos reanudó esta tradición en la segunda jornada de su visita a Pekín. Lo hizo primero en público, ante un foro de 130 empresarios españoles y otros tantos chinos, con los que almorzó, y después en privado con el primer ministro de China, Li Peng.

"El algunos sectores", lamentó el monarca en su discurso ante el Comité Bilateral Hispano-Chino, "se han paralizado algunos proyectos y contratos que parecían ya cerrados". "España espera que las autoridades chinas sean capaces de despejar estas dificultades para que el ritmo de nuestra cooperación económica no decaiga".. Al lado de don Juan Carlos, en la mesa presidencial, estaba un nuevo viceprimer ministro chino, Wu Bangguo, encargado de reformar las empresas públicas. Por si no quedaba claro, el Rey repitió el mensaje más tarde con Li Peng, que ofreció una cena en su honor en Diaoyutai, la residencia de huéspedes extranjeros.

"España", les dijo, "tiene capacidad industrial y tecnológica adecuada a las necesidades chinas (...)". "España está en condiciones de contribuir a esa transformación" del país. "China es un país prioritario para España (...)", afirmó don Juan Carlos.

El comercio hispano-chino ha aumentado vertiginosamente en los últimos años, hasta el punto de superar los intercambios de España con Marruecos. En 1994 las exportaciones españolas a China fueron las que experimentaron el más fuerte incremento de todos los Estados de la Unión Europea (UE). Aún así, su nivel es cuatro veces inferior al de Alemania y sólo equiparable con los de países como Bélgica y Holanda.

Don Juan Carlos mantuvo por la tarde dos entrevistas políticas. La primera con el presidente de la Asamblea Popular Nacional, Qiao Shi, ex jefe de los servicios secretos y ahora número tres del régimen, con fama de liberal. La segunda con Li Peng, número dos del régimen, al que se le atribuye la responsabilidad política de la represión de la plaza de Tiananmen, en la que hubo que lamentar, en junio de 1989, varios centenares de muertos.

Ambos interlocutores empezaron la conversación interesándose por la salud del monarca, que lleva una mano vendada a causa de una fisura en la muñeca que se hizo esquiando. "¿Estará usted un poco cansado?", preguntó Qiao. "Nunca", contestó el Rey. Li recordó que a principios de mes en Copenhague almorzó en la misma mesa que el presidente Felipe González, que le contó que don Juan Carlos "se había hecho una pequeña herida". "me prometió, no obstante, que usted vendría a China como estaba previsto".

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Tras recordar que en Pekín "la temperatura es más baja que en España" -oscila entre los 5 y los 15 grados-, el primer ministro añadió en tono paternalista: "Cuiden bien su salud y abríguense bien".

Después dio una buena noticia a sus huéspedes. Estaba al corriente de la petición que el Rey hizo el miércoles al presidente Jiang Zemin para que le proporcionase una hembra para Chulin, el joven oso panda del zoológico de Madrid. "China va a hacer todo lo posible por complacer a España", aseguró, lo que significa que no tardará en enviarle una novia.

La última jornada de estancia de la pareja real en Pekín tuvo también un componente cultural. Inauguraron en la Galería Nacional de Bellas Artes la exposición Miró, el espíritu de Oriente. Al acto asistieron el alcalde de Palma de Mallorca, Joan Fageda, y la hija del pintor, Dolors Miró Juncosa.

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