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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Kiev y los rusos

LAS AUTORIDADES ucranias han tomado diversas medidas que en otra situación hubiesen conducido a una gravísima crisis con Moscú. Primero han anulado la Constitución votada por Crimea y a la vez han destituido al presidente de esa república autónoma, Yuri Mechkov, elegido en su día por un 65% de la población. La población de Crimea es en su aplastante mayoría rusa. Su incorporación a Ucrania fue un gesto caprichoso de Jruschov en 1954. Y Moscú se considera "protector" de los rusos de Crimea desde que Ucrania se proclamó independiente. Sin embargo, esta vez la reacción del Kremlin ante las medidas ucranias ha sido mínima: en Crimea no hubo manifestaciones de protesta; el Parlamento local se limitó a sustituir al jefe de Gobierno por otro "más nacionalista". En Moscú, la Duma expresó su "preocupación". Pero el vicepresidente del Gobierno ruso encargado de las relaciones con Ucrania, Soskovets, ha apoyado las medidas de Kiev. Ha empleado incluso la expresión de que Crimea es un "asunto interno de Ucrania". La misma utilizada por los rusos para Chechenia.Todo indica, pues, que se ha producido un acuerdo previo entre Moscú y Kiev. Los rusos de Crimea han servido durante un tiempo como factor de presión. Pero ahora Rusia tiene razones mucho más serias para dar prioridad a una mejoría de sus relaciones con Ucrania. Y con su propio con flicto separatista en Chechenia, Moscú no parece tener ni ganas ni fuerzas para fomentar un separa tismo en Ucrania que tendría gravísimas consecuencias para sus relaciones con Kiev. Rusia tiene que demostrar que sabe resolver amigablemente los conflictos con sus vecinos.

Al mismo tiempo, la visita de Clinton en mayo reviste para Yeltsin una importancia esencial, sobre todo porque tiene lugar en el 500 aniversario de la derrota de Hitler. Moscú no puede arriesgarse a que un conflicto en Crimea le reviente unos actos de gran significado. Y no se debe olvidar que el actual presidente ucranio, Kuchma, ha mostrado. siempre interés en resolver de forma razonable los problemas en los que Rusia tiene intereses vitales, como la flota del mar Negro y la deuda. Ucrania está a punto de conseguir un importante crédito del Fondo Monetario Internacional de 1.500 millones de dólares. Pero ese crédito depende en gran medida de que Ucrania logre una reconducción de la enorme deuda que tiene con Rusia, de 4.200 millones de dólares. Las negociaciones sobre esa reconducción están avanzadas, y Rusia está muy interesada en su desenlace. En el marco global de la política rusa, que quiere buscar nuevas formas para seguir ejerciendo su influencia en los antiguos países de la URSS, a los que califica de extranjero próximo, es natural que las actitudes de los habitantes de Crimea pasen a ocupar un lugar secundario. Al menos durante un tiempo. Lo vieron las autoridades ucranias y actuaron con gran sentido de la oportunidad y con el conocimiento de la lógica interna del Kremlin que, como antiguos camaradas, tienen en Kiev.

Pero sería absurdo creer que esta moderación ocasional de Moscú puede aportar una solución definitiva a los problemas gravísimos que dividen a los dos países. Está pendiente el de la flota del Mar Negro y su base en Sebastopol, que resurgirá cuando convenga a Ucrania o a Rusia. Y sobre todo el de una población en su gran mayoría rusa que no aceptará ser utilizada como moneda de cambio por Moscú o Kiev para regular sus conflictos.

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