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"Gracias a Dios, esto no es el Masters"

Los jugadores europeos marchan como alma en pena por Estados Unidos antes de la cita del Masters de Augusta

Carlos Arribas

Buscan buenas sensaciones y cruzan el charco para sufrir. La primera gran cita del año -para algunos la única- ya está a a tiro de piedra y, mientras, los golfistas europeos andan como alma en pena por los duros campos estadounidenses. Aunque siempre hay excepciones. El genio nunca se pierde entre el automatismo. Así, el alemán Bernhard Langer lideraba el penúltimo pre Masters -el prestigioso Campeonato de Jugadores (TPC)- a falta de la única jornada. A su lado, otro europeo, uno, esta vez, que ha vendido su alma al circuito americano, Nick Faldo, revivía hace tres semanas ganando en Miami el primer torneo del ciclo de Florida, y perdía el corte tras la segunda jornada del TPC. Y, sin embargo, este año tiene que ser, una vez más, el de la doble confirmación. El Masters de Augusta (6 a 9 de abril), Severiano Ballesteros y José María Olazábal pueden dar fe de ello, es el examen decisivo. "Gracias a Dios, esto no es el Masters", decía el escocés Colin Montgomery, otra de las puntas de lanza del ejército europeo en las costas estadounidenses, a mediados del TPC como resumen de su pobre actuación en el torneo.No es que Olazábal y Ballesteros -dos españoles que ya han ganado el Masters- les permita diferir mucho del espíritu realista y esperanzado del fornido escocés. Su marcha hasta el momento no permite lanzar las campanas a vuelo para proclamar sus candidaturas, pero, por lo que ha sido su costumbre, tampoco permite tacharlos de la lista de apuestas. Y ambos, al igual que el tercer español que competirá en Augusta, el malagueño Miguel Ángel Jiménez, tienen argumentos.

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Severiano Ballesteros es, quizás, un caso aparte. A pesar de su patriotismo, primero español y luego europeo -concretado en una larga serie de enfrentamientos con los jerifaltes del golf establecido, una actuación que abrió las puertas para que el golf saliera del nido anglosajón-, el golfista cántabro ha logrado un estatus de apátrida: como los grandes campeones de la historia, su reino no es de este mundo. Y su carrera, tampoco. Se sale del molde. Este año comenzó enterrando en el desierto californiano una caja con las lotos de sus malos golpes, en ceremonia expiatoria, siguió con una inesperada derrota a manos de un nuevo tornillo de la fábrica sueca -Jarmo Sandelin- y continuó con su marcha a Estados Unidos, donde fracasó en un torneo -no pasó el corte-, quedó a medias en otro y, ahora, en el -TPC, mantiene el tipo. Marcha ascendente.

Olazábal va en altibajos. La principal razón, la operación sufrida en un pie, que ha retrasado su puesta en marcha y le hace cojear. No le molesta en los golpes, pero le cansa.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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