El veterano café Fuyma se jubila tras más de 60 años de tertulias
El epitafio no puede ser más breve: "Cerrado". El café Fuyma, uno de los más veteranos de Madrid, desaparece. Dobla la página en silencio con los 60 años ya cumplidos. La falta de rentabilidad tiene la culpa, según sus responsables. Con esta desaparición, la Gran Vía pierde uno de los refugios más clásicos. El local, que vivió su época dorada en la posguerra, tiene todas las papeletas para convertirse en una entidad bancaria.
En plena plaza del Callao, una esquina se queda huérfana. Es la del 44 de Gran Vía con vuelta a Miguel Moya, justo enfrente del Palacio de la Prensa. Los veladores siguen en su sitio, pero el polvo va ganando la partida. Los espejos, antaño aliados de una concurrencia distinguida, sólo reflejan muebles y vacíos. No hay humo y sí silencio. Fuyma ha muerto.El 27 de febrero, los parroquianos del lugar pudieron celebrar su última tertulia. Al día siguiente, el establecimiento se instalaba en el adiós definitivo. "Perdíamos dinero. Ya no se podía aguantar más", explica Juan Ferrer, consejero delegado de la sociedad propietaria del negocio.
"Los cafés están a extinguir. Habría que cobrar 600 pesetas por cada taza para mantenerse, pero eso no se puede hacer", añade Ferrer "Empresas así tendrían que estar subvencionadas", apunta.
Fuyma arrastraba una larga crisis. El consejero delegado señaló que el establecimiento llevaba "tres o cuatro años" perdiendo dinero. Los trabajadores, según el empresario, han recibido indemnización. La plantilla se había reducido a 16 personas en los últimos tiempos.
Los propietarios del negocio están ahora en tratos para el traspaso del local. "Van a poner una sucursal de Cajamadrid", apunta una entristecida vecina. Pero Ferrer puntualiza que, de momento, no hay un trato cerrado. Lo que da por seguro es que el café no reabrirá sus puertas como antes.
El Fuyma, bautizado con este nombre por sus primeros dueños, que eran propietarios de la empresa Fundición de Hierros Maleables, abrió sus puertas en 1931, recuerda el consejero delegado.
Guerra civil
Durante la guerra civil mantuvo una actividad bastante frenética. Callao era el primer oasis desde el frente de la Ciudad Universitaria: el Fuyma estaba en la primera línea de calma. En sus veladores los corresponsales escribieron más de una crónica del conflicto. También en Callao se levantaba el hotel Florida, albergue preferido de Ernest Hemingway.
La posguerra trajo el esplendor a la Gran Vía, escenario preferido de un grupo emergente: los estraperlistas. Entonces, dos porteros uniformados guardaban la entrada del Fuyma. Los potentados alternaban aquí, en Chicote, Pasapoga... La Gran Vía, ya avenida de José Antonio, era su feudo.
Los cafés han sido tradicionalmente lugares de tertulia. Fuyma se especializó en notarios o militares del cuerpo de Intervención, que se citaban para la charla en esta esquina de Callao. Los miembros de la colonia portorriqueña también eligieron el mismo lugar. El escritor Darío Fernández Flórez ambientó aquí su novela Lola espejo oscuro,
Terraza en verano, interior para el invierno: la rutina se ha quebrado para el público de Fuyma, pródigo en personas mayores. "No cerramos por capricho", se lamenta una de las dueñas, Justina Morales. Lola Espejo Oscuro ya no tendrá donde mirarse.
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