El joven que hizo descarrilar tres trenes y mató a su padre sufre delirios esquizoides

Delirios, doble personalidad y esquizofrenia paranoide: éste fue el cuadro descrito ayer por tres psiquiatras en la Audiencia de Barcelona refiriéndose a Andrés Rabadán, de 23 años, juzgado por matar a su padre disparándole con una ballesta y por hacer descarrilar tres trenes en el litoral de Barcelona. Todo ocurrió entre finales de 1993 y principios de 1994 y tuvo en vilo tanto a la Guardia Civil como a Renfe. La fiscal solicitó internamiento psiquiátrico por el parricidio y cárcel por los descarrilamientos.

Los psiquiatras, en cambio, insistieron en que tanto el parricidio de Marcial Rabadán, ocurrido el 6 de febrero de 1994, como los descarrilamientos de los tres trenes -todos de la línea del litoral-, entre diciembre de 1993 y enero de 1994, obedecían a lo mismo: un brote de esquizofrenia paranoide que el joven padecía sin saberlo. Mató a su padre sin saber lo que estaba haciendo y serró raíles de la vía férrea planificándolo y tomando precauciones, pero también movido por el mismo delirio esquizofrénico. En opinión. de los psiquiatras el joven requiere internamiento.El propio acusado se expresó de forma distinta cuando se refirió a los dos hechos, que se juzgaron en dos vistas sucesivas. "Habíamos acabado de comer. Me fui a mi cuarto. Regresé como un robot. Mi padre estaba en la puerta de la cocina y disparé. Entonces me di cuenta de lo que había hecho", explicó. El disparo inicial de una flecha con una ballesta de su propiedad le atravesó la cabeza.

Al primer disparo le siguieron otros dos igual de certeros. El procesado explicó que los, efectuó para que no sufriera y, a continuación, colocó una almohada para apoyar la cabeza de: su padre. "No lo sé" y "no tenía. motivo para hacerlo" respondió, el joven cuando se le preguntaron los motivos.

El inspector que ayer declaré ante el tribunal no ocultó que la. confesión del joven, que se entregó voluntariamente, les sorprendió. "Lo hacía con gran naturalidad", dijo. Pero la sorpresa aumentó cuando el acusado reveló que era el autor de los tres descarrilamientos. "Lo que menos nos esperábamos es que fuera un joven", contó el policía, No hubo heridos, aunque si gran alarma. La Guardia Civil y Renfe estaban convencidos de que se trataba de un grupo de personas con conocimientos ferroviarios y no dudaron en revisar si se había producido algún despido que provocara los sabotajes.

"Paseaba en bici. Pasó un tren y pensé: voy a hacer descarrilar un tren. Era una especie de venganza por lo que me estaban haciendo, me estaban aislando", afirmó el acusado. No supo explicar a quién o qué se refería y sólo que "quería asustar". Sí detalló que era: algo fácil: "Sólo se tenía que cortar la vía y esperar que pasara el tren". Usaba una llave inglesa -para desenroscar los tomillos de sujeción de los raíles-, una sierra -para cortar las vías- y pinzas.

Lo preparaba de noche -"entonces no pasaban trenes y tampoco me podían descubrir", dice- Para disimular el corte, colocaba cinta aislante pintada de negro para que los maquinistas no se fijaran. También llamó una vez a la Guardia Civil y dijo que había visto a unos sospechosos en la vía. "Lo hice para despistar", contó él. "Está loco, pero no es tonto", recordaron los psiquiatras.