Veinte veces más letal que el cianuro
Es la segunda vez en menos de un año que el sarín, un gas mortalmente venenoso, siembra el Pánico y la muerte entre los ciudadanos japoneses. Veinte veces más letal que el cianuro potásico, apareció misteriosamente la noche del 24 de junio de 1994 en' la ciudad de Matsumoto, en la provincia de Nagano, un área eminentemente rural y pintoresca, 300 kilómetros al oeste de Tokio. En poco menos de 10 minutos, el tiempo que tardaron en llegar las ambulancias, siete personas perdieron la vida por asfixia.Las cábalas se dispararon. Las autoridades detuvieron a una persona, posteriormente puesta en libertad por falta de pruebas. Se investigaron varias empresas del sector químico en Osaka sin resultados. El caso sigue pendiente.
[Un experto en armas químicas estadounidense predijo, en la edición de febrero de una revista japonesa, la inminencia de un ataque con sarín en una gran ciudad de ese país, informa France Presse. A su juicio, el incidente de Matsumoto fue sólo un ensayo. Éste y otros expertos advierten de la creciente facilidad con la que pueden cometerse este tipo de atentados.]
Ayer el sarín volvió a atacar. Esta vez en la aglomeración humana más grande del planeta: Tokio y sus 32 millones de habitantes. Los ejecutores del acto han apuntado, como subrayan fuentes gubernamentales, al corazón, mismo de la metrópolis. Las tres líneas de metro atacadas (Hibiya, Marunotichi y Chiyoda) están entre las más concurridas y algunas de las estaciones más afectadas se cuentan entre las más simbólicas.Centro del poder
La estación de Kasumigaseki es la principal para acercarse a la mayoría de los ministerios, al Parlamento y a un buen número de embajadas. La gran mayoría de sus usuarios son funcionarios, personal parlamentario y miembros de instituciones gubernamentales. La de Tsukiji, donde primero se detectó el gas venenoso, está al lado del gran centro comercial de Ginza, el mayor emporio comercial de Tokio, mientras que los usuarios de varias estaciones vecinas a Shinjuku, otro importante centro empresarial y comercial, también sufrieron las consecuencias.
Los autores eligieron la hora punta matinal, cuando más de tres millones de personas estaban utilizando el metro. La dispersión del gas y la colocación en seis puntos estratégicos, en seis trenes diferentes, produjeron un enorme pánico y un caos circulatorio que duró todo el día. Las tres líneas, que funcionan con unos horarios apretados, a esa hora con una frecuencia de paso de dos minutos, tuvieron que suspender el servicio, lo que afectó a todos los medios de transporte de la capital.
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