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No hubo piedad para Flor Contemplación

Singapur desoye la petición de clemencia y ahorca a la filipina acusada de dos crímenes

A Flor Contemplación, cuatro hijos, 42 años, se le marchitó el nombre la pasada madrugada en Singapur, donde fue ahorcada en la prisión de Changi por el presunto asesinato en 1991 de otra mujer filipina y de su hijo de cinco años. Ni las protestas, ni las innumerables peticiones de clemencia internacionales o las denuncias de Amnistía Internacional sobre las escasas garantías procesales pudieron a salvarle la vida.En Singapur, un Estado-ciudad, paraíso económico en declive y uno de los cuatro dragones asiáticos por la. pujanza de sus cifras, no existe el vocablo clemencia. No la hubo tampoco en septiembre de 1994 para el holandés Johannes van Dame, quien murió ajusticiado por supuesto tráfico de droga, o para el joven gamberro norteamericano Michel Fay, quien fue condenado a ser azotado por dañar el automóvil de un juez. En Singapur se defienden diciendo que es un problema de choque de valores, entre los de Asia y los de Occidente.

El caso es que la muerte de Flor Contemplación ha puesto en pie de guerra a miles de filipinos que acusan a su propio Gobierno de no haber hecho suficiente por ella. Para la policía de Singapur no hay, duda: confesó su crimen y ayudó a recuperar las joyas, el móvil. Para los juristas internacionales, la policía de aquel país, y su sistema judicial no ofrecen garantías. Amnistía Internacional denuncia incluso que Flor fue drogada durante el juicio.

En Singapur, un país de tres millones de habitantes, 78% de origen chino, sólo hay espacio para trabajar. La disciplina es férrea. Muchos hablan de Estado policial .Algunas de sus leyes oscilan entre lo grotesco y lo estúpido: tirar un papel al suelo, por ejemplo, está penado con una multa de 80.000 pesetas, el sueldo de un obrero.

Flor Contemplación acudió a Singapur a la llamada del oro, como otras 75.000 criadas filipinas que se afanan en fregarle a otros la casa para mantener a su propia familia. Muchas pululan por el mundo en busca de trabajo. Cada año envían a Filipinas 10.000 millones de dólares; son la segunda fuente de divisas del país.

"El asunto no se termina con Flor Contemplación", decía en Manila Gabriela, una responsable de la organización feminista filipina."Los filipinos van a luchar". Los ánimos estaban ayer muy cargados en Manila. "Había que matar a todos los singapureños que hay aquí", tronaba Antonio Caangay, un guardia Jurado que pasó la noche en vela junto a otros 2.000 ante la Embajada de Singapur. "Singapur nos ha menospreciado". Compañías de esté minúsculo país de 637 kilómetros cuadrados radicadas en Filipinas han recibido amenazas de un autodenominado Batallón de la Muerte comunista, que ha anunciado que hará pagar caro a ambos Gobiernos la ejecución de la asistenta. Las amenazas se toman muy en serio en Singapur. La misma tripulación del avión de Singapore Airlines que transportó el cadáver se negó a bajar del aparato en suelo filipino. Estaba aterrorizada.

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