La fecha electoral
La degradación de las últimas semanas (reapertura del caso GAL, asunto Roldán y devaluación) ha aumentado el número de ciudadanos que cree que las elecciones anticipadas serían el mar menor. Es verdad que el adelanto electoral tiene inconvenientes.El primero: que se puede convertir en una costumbre del partido que lleve ventaja en los sondeos, lo que podría colapsar el funcionamiento del sistema. Pero no es menos evidente que la prolongación durante todo un año de la crisis actual sería muy perjudicial. La disyuntiva actual es simple: o se convocan elecciones generales junto a las municipales de mayo, o, debido a las leyes electorales y a la presidencia española de la UE en el segundo semestre, las elecciones ya no se celebrarán hasta primeros del 96 como pronto.
En este contexto, González -que es quien constitucionalmente puede hacerlo- volvió a insistir ayer en que no adelantará las elecciones. Por el contrario, el líder del PP se reafirmó, en la exigqncia de unas elecciones anticipadas, petición para la que tendría mucha más autoridad si no la viniera haciendo desde octubre del 93.
Por último, hay que destacar la propuesta de Durán Lleida de pactar a fecha electoral para principios del 96, que conviene a Jordi Pujol. No hay duda de que de aquí al 4 de abril -límite para disolver- la fecha electoral va a centrar buena parte del debate político. Y hay razones para ello.
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