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El patrón del 'Estai', acusado de cuatro delitos, en libertad con fianza

Enrique Davila, capitán del Esta¡, se encuentra en libertad bajo fianza de 8.000 dólares para responder a cuatro acusaciones de la justicia canadiense, una por pesca ilegal de especies protegidas y tres de resistencia a la autoridad. Deberá comparecer mañana ante el juez de Saint John's, quien le comunicará la fecha de su procesamiento, si puede volver a España y el destino del buque.

El martes es el día clave. Enrique Davila deberá comparecer de nuevo ante el juez de Saint John's. Entonces conocerá la fecha de su procesamiento, si puede volver o no a España con el resto de la tripulación y si el buque Esta¡, ahora en custodia, también puede regresar. Las autoridades canadienses impidieron ayer a los marineros dormir en el Esta¡, para preocupación del capitán y del embajador, José Luis Pardos, que trató de evitar la medida, en un gesto que puede interpretarse como una incautación. Al final, todos ellos pasaron la noche en el hotel Newfoundland. La fianza impuesta a Enrique Davila es de 8.000 dólares canadienses (800.000 pesetas). Los cargos abiertos son cuatro: pescar especies protegidas o migratorias, no acatar la orden de parar las máquinas, destruir pruebas (las redes que los tripulantes del Estai cortaron en la persecución) y obstruir la acción de los agentes de la autoridad. En cuanto Enrique Davila recibió la comunicación de los cargos y pagó la fianza, abandonó el juzgado y volvió al barco, que se encontraba abarloado a la patrullera canadiense Cape Roger, para que ésta pudiera controlar los movimientos de la tripulación. La intención de las autoridades canadienses es proceder a una inspección detallada del Estai y vender la carga en subasta pública, que quizá tenga poco éxito, porque el fletán negro es de nulo consumo en Terranova y en el resto de Canadá. Los escasos incidentes que se registraron cuando entró el capitán en el juzgado -el abucheo de una veintena de personas y un lanzamiento frustrado de un huevo por parte de un chaval- no se repitieron a la salida. Media hora después, el embajador alemán, Hans G. Sulimman, tuvo menos fortuna al abandonar los juzgados, por que esta vez el mozalbete alcanzó al diplomático con otro huevo. Fueron las alteraciones imperceptibles de una jornada serena llena de acontecimientos veloces.

Canadá acusa al barco español de pesca ilegal de especies protegidas y resistencia a la autoridad

El patrón del 'Estai', en libertad bajo fianza, deberá presentarse mañana ante el juez

Los marineros gallegos, apoyados en la barandilla del Estai, miraban a los, manifestantes, separados por cien metros de agua. Los manifestantes devolvían la mirada y hacían comentarios en voz baja sobre la presa. Algunos abucheos aislados se acallaron rápidamente. A duras penas, los dirigentes sindicales conseguían un escuálido coro de "¡protejamos nuestros bancos pesqueros! ". Las pancartas en las que se podía leer, en español, "No pesquen demasiado", estaban demasiado lejos de los marineros gallegos, a los que tampoco les llegaba el mensaje desde el pequeño escenario del muelle en un español más o menos claro: "Bienvenidos, hermanos españoles, bienvenidos al Nuevo Mundo y bienvenidos a la conservación de los recursos". Las decenas de discursos destacaban la necesidad de que Terranova se alce para combatir la crisis, la urgencia de defender los escasos recursos pesqueros y el reto del futuro. Los mítines alternaban con canciones y con la lectura de telegramas. "Brian Tobin, ministro de Pesca, nos dice que por tercer día consecutivo no hay actividad de pesca en los Grandes Bancos, que hay que se guir adelante. y que tratemos a los españoles con respeto, por que son pescadores como nosotros y no tienen nada que ver con el conflicto ". "Tenemos que contar con ellos, con los españoles, con los portugueses, con quién sea ", coincidía Sharon Taylor, 35 años de vida dura que no quiere que se repitan en el futuro: "Tenemos que cuidar lo que hay, no sólo para los que vivimos en Terranova, sino para todo el mundo". Sharon miraba sin rencor hacia. el Esta¡, pero Ben Riggats, vuelto de espaldas al barco, apretaba los dientes y escupía las palabras, casi oculto entre la barba, las gafas oscuras y el Chubasquero: "¿Me pregunta si esto es una fiesta? ¿Está usted loco? ¿Qué fiesta vamos a hacer con 40.000 parados? Yo era pescador y tuve que dejarlo, tuve que rendirme en 1991 y desde entonces malvivo con la beneficencia. Esto es algo que teníamos que haber hecho hace mucho".Después de dos horas de mítines y canciones, el frío podía más que la protesta. Los habitantes de Saint John's plegaban pancartas y banderas, y volvían a casa. La mayoría le fue a la cama sin saber que el capitán estaba en libertad bajo fianza y que lo probable es que, a muy corto plazo, el Estai y su tripulación pongan rumbo a España.

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