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Comitiva

-¡Siga a ese coche!-Oiga, un respeto -respondió el taxista-. Reconozco que siempre he estado esperando un momento así, pero eso se dice apuntando con una pistola, o con un fajo de billetes en la mano. Ahora, por la patilla.

-Soy periodista. ¡Vamos!, siga a ese coche.

-¿Y por qué no va en el suyo?

-Es que un ex policía que custodia a un delincuente fino me acaba de quitar las llaves, porque creía que estaba siguiendo a su jefe.

-Pues venga, no se hable más -dijo el taxista, mientras bajaba la bandera y arrancaba el vehículo-. Total, me iba a comer un bocata de caballa, y he pasado porque estaba el aceitillo un poco rancio. Oiga -prosiguió-, y mal preguntado, ¿quién es el del coche?

-Un cuñado de la ex mujer de un alto cargo de una empresa pública, actualmente privatizada.

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-¡Bueeenooo! Pues le advierto que si se escapa no es culpa mía, pero no me voy a jugar la chapa del coche, estando amenazado de que me echen del seguro, por un matao que a lo mejor no sale luego en ningún sitio. ¿Por qué no nos unimos a aquella comitiva?, seguro que es más importante. Van muchas televisiones, y fotógrafos.

-Debe ser alguien que va a declarar al juzgado, porque lleva un matasuegras -respondió el reportero.

-Eso le iba a decir yo, que menudo follón montan cada vez que alguno de éstos sale de su casa. No hay quien circule por Madrid, oiga, y es que parece más importante el paseíllo que lo que tienen que decir.

-Pues muchas veces sí. No hacen declaraciones porque tienen vendidas las exclusivas de sus fechorías. Los demás, nos quedamos a dos velas. Por eso tenemos que cubrir la entrada y la salida del juzgado, es lo único que nos queda.

-Oiga y una cosa que le quería preguntar: esos señores que ahora están cantando la gallina y que dicen que toda la pasta que tienen se la han pagado de los fondos reservados, si en teoría, Hacienda somos todos, se lo están montando con nuestra pasta, ¿no?.

-Pues, sí.

-Entonces, si me lo encuentro en un bar, te puedo pedir mi parte, o por lo menos que se pague una caña, ¿no?.

-Pues lo dudo, porque lo más probable es, que le unten el morro los matones que van con él.

-Nos ha jodido, pues que se hubiera callao, pero es que está muy bonito decir: "Esta pasta os la he chuleao de la retención de la nómina, porque sois unos pririgaos ", y luego querer ir -de señorito como si se la hubiera ganado currando de alondra. Y es que queramos o no, lo del madero ese que tenía la oficina en un casino, es muy fuerte. Se ha cargado a no sé cuántos; ha tangado toda la pasta. que le ha salido; ahora dice que los que le han pagado son unos manguis por haberle pagado y los denuncia; ha salido del maco por lafflosa; ha estado cobrando un dineral por estar callado, hasta que ha llegado uno con una exclusiva y le ha soltado más, a condición de que denuncie a los que le pagaban por achantar la mui; ha metido en el talego a la parte contratante; va a escribir un libro (digo yo que no será un manual de las buenas costumbres), y ahora, exige un respeto a su vida privada porque dice que él tiene tanto derecho a vivir tranquilo como los demás. Nos ha jodio, con la viruta que maneja, ahora resulta que es "un. señor". Es que el pavo lo quiere todo.

-Oiga, ¿quiere hacer el favor de centrarse en lo que estamos, que se le está escapando el coche?

-¿Sabe qué le digo? que ya no sigo al coche. Que le siga su padre. Si quiere nos metemos en la próxima comitiva que pase, que no puede tardar más de diez minutos, y me engancho a rebufó, pero a mí no me pida. que haga virguerías para seguir a esta gente porque no me da la gana. No se lo merecen.

-Usted haga lo que quiera, pero a mí me para en la esquina que estoy currando.

-Está bien, le perdono el plus de peligrosidad porque me ha caído simpático.

-Pues usted a mí no. Así que ya me está dando, la recaudación -espetó el cliente blandiendo un revólver.

-¡Coño!, ya decía yo que me sonaba su cara. Usted es De la Bolsa, el famoso financiero procesado.

-Exacto, muchacho, y esto se llama el palo del eclipse. Se da en comitivas que siguen a los choris como yo. Entre tanto delincuente de cifras importantes estos palos ni se notan.

-Pero, ¿para qué quiere usted este poco que me he sacado esta mañana?

-Hay que hacer dedos, muchacho. Así que suelta la mosca rápido o te dejo seco.

El taxista le dio la recaudación del día... y, antes de entrar en nuevas consideraciones filosóficas, se díspuso a comer el bocata de caballa, porque ahora sabía que no podría almorzar otra cosa.

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