_
_
_
_
_
GENTE

SIR PETER Y SUS RAÍCES

Fue algo entre un fugaz homenaje a los abuelos y es inmortalidad de la nostalgia levantina lo que llevó a sir Peter Ustinov y a su clan de hijos y nietos a Jerusalén el martes por la noche para una espectacular fiesta que -al menos momentáneamente- borró la no muy invisible línea divisora que separa históricamente a los árabes y los israelíes de la Ciudad Santa. La misión del septuagenario sir Peter, corporalmente más grueso, avejentado, pero no menos locuaz que el excéntrico detective Hercules Poirot de las novelas de Agatha Christie, era simple: plantar una palmera joven en el mismo sitio donde su abuelo, el barón Plato von Ustinov, ex oficial de Ejército del zar, colocó un árbol similar como regalo de bodas a los encargados de la entonces religiosa Colonia Americana de Jerusalén. Había que reemplazar a la palmera que se murió hace un año de una vejez acelerada por esquirlas de artillería durante la guerra de 1948 en el sereno patio de lo. que es hoy el American Colony Hotel. La nueva palmera tiene cinco años y cinco metros. Su inclusión en el pequeño paisaje del Jerusalén árabe fue festejada en grande. Más de mil invitados aplaudieron cuando sir Peter, al final de un breve e ingenioso discurso, le echó tierra a la fosa y brindó sonoramente hacia el cielo sin pronunciar el nombre de Palestina, la tierra donde su abuelo se hizo con fama. Habría sido una imprudencia: al fin y al cabo, la palmerita de marras nació y creció en un kibutz israelí. Apurando un whisky en un rincón del patio, un venerable personaje palestino la bautizó como la palmera de Troya" y se alejó tristemente de la ceremonia pronosticando que algún día los israelíes reclamarán el cortil otomano del American Colony Hotel como patrimonio territorial judío gracias a la botánica

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_