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FIN DE UNA HUIDA

La alegría en el cuerpo

Los guardias civiles de un puesto rural de La Coruña confían en que la captura de Luis Roldán sirva para "volver a empezar"

Xosé Hermida

La esposa del comandante de puesto seguía distraídamente el telediario cuando retumbó en sus oídos la noticia esperada tanto tiempo. Bajó las escaleras del cuartel, un edificio construido hace unos 20 años en una zona rural próxima a Santiago de Compostela, y sorprendió al agente de guardia: "Han detenido a Roldán". Pero nadie le creyó. "Es una broma, mujer. Estamos en carnaval", conjeturó el agente. En ese momento, llegó su marido y tampoco daba crédito. "No sé por qué razón, pero me costaba trabajo creerlo", recuerda el responsable del puesto con cara de no haber cumplido aún los 30.Unos pusieron la radio, otros zapearon en busca de una confirmación e incluso hubo quien recurrió al teletexto. Y por fin se convencieron de que no era una carnavalada. Roldán había caído y la mujer, hija de guardia civil, esposa de guardia civil y con varios familiares guardias civiles, sintió una "tremenda alegría" porque no esperaba que apareciese tan pronto. "Confío que pase muchos, muchos años entre rejas. Ha sido la mayor vergüenza de la historia del cuerpo".

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La mujer evoca la indignación de su padre, ya jubilado, cuando oyó que Roldán se había llevado el dinero de la caja de huérfanos de la Guardia Civil. El agente que está junto a ella, bajo la bandera de la puerta del cuartel, rompe su silencio al oír el tema de conversación: "Eso ha sido lo peor, lo que más nos ha indignado a todos. Porque cada mes a nosotros nos descuentan 5.000 pesetas del sueldo para los huérfanos. ¿Se da cuenta?".

Todos quieren permanecer en el anonimato e incluso ruegan que no se cite el nombre del puesto porque temen que a sus superiores no les guste que hayan hablado con la prensa. Pero cuando el comandante va cogiendo confianza, se le ve que tiene ganas de desfogarse porque ha aguantado demasiado choteo. "Los últimos meses han sido muy desagradables", asegura, "ibas a meterle una multa a alguien y lo primero que hacía era reprocharte que nuestro jefe se hubiese escapado. Y tú, claro, qué les ibas a decir. Pues recordarle que estabas cumpliendo con tu trabajo y nada más". Los agentes de este puesto también participaron en la búsqueda del ex director general. Durante los primeros días de su desaparición, cuando se comentaba que permanecía en Galicia junto a su esposa, Blanca Rodríguez Porto, les encargaron que hiciesen comprobaciones en los hoteles de la zona. La gente les daba la lata con llamadas en las que juraban haber visto a Roldán debajo de las piedras. Y el comandante barruntando una frase que había oído a alguien aquellos días:' "Esto es como si se descubre que un cura fuese dueño de una casa de citas".

Aunque a él no le sorprendieron las fechorías de Roldán, ya que, según dice, "en este ambiente de corrupción, todo es posible". Sin embargo, su esposa y otros agentes se resistían a creer lo que publicaba la prensa. Se convencían de que eran inventos sensacionalistas, argucias para vender periódicos de editores sin escrúpulos. Uno de los agentes incluso le veía como un hombre que "logró grandes éxitos contra el terrorismo y trató de modernizar el cuerpo".

Huido Roldán, ya no hubo lugar a la duda. Entonces, el comandante miraba para el cuartel, en el que viven ocho agentes con sus familias, y se desesperaba: "Él se había llevado un montón de dinero y nosotros aquí apañándonos hasta hace poco con un Land Rover y un cuatro latas que no servía más que para hacer de barricada".

A su esposa no le preocupa que Roldán haya vuelto para tirar de la manta. Se declara tan contenta que incluso sugiere que "si tiene que caer el Gobierno porque fue cómplice de él, pues que caiga". El marido muestra sobre todo una sensación de alivio: "Su detención nos permitirá recuperar prestigio. Es como volver a empezar".

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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