_
_
_
_
_

Meco no tiene cárcel

La localidad vecina de Alcalá lleva ocho años intentando que no la relacionen con la prisión

Vicente G. Olaya

Ni Mario Conde, ni Rafael Vera, ni Ricardo García Damborenea, ni siquiera El Dioni, han estado jamás en Meco (3.900 habitantes). El nombre de esta localidad ha aparecido en todos los telediarios, informativos y periódicos en los últimos meses siempre ligado a una cárcel que está enclavada, curiosamente, fuera de su término municipal.Antonio Barranco (PSOE), alcalde de Meco, explica: "Este pueblo no tiene nada que ver con la cárcel. La dichosa prisión, a pesar de que oficialmente se llama de Alcalá-Meco, no ocupa ni un milímetro cuadrado de nuestro municipio".

La prisión se levanta junto a la carretera que une ambos pueblos, pero dentro del término municipal de Alcalá de Henares (166.250 habitantes). "Mire, como estábamos tan hartos de que nos relacionasen con la cárcel, hace años escribimos a todos los medios de comunicación. Les pedimos que dejasen de llamarla con el nombre de nuestro pueblo. Al día siguiente, un informativo de Televisión Española comenzó: Ha ingresado en la cárcel de Meco... Así que nos hemos resignado y nunca más hemos vuelto a quejarnos", comenta Barranco. "Lo más curioso del asunto es que muy cerca de la prisión se levantan una universidad y un hospital. A nadie se le ha ocurrido llamarlos universidad de Alcalá-Meco ni hospital de Alcalá-Meco. ¿Por qué será?", pregunta.

Más información
El pueblo más alejado del mar

Meco es un pueblo de calles anchas y blancas, situado en mitad del páramo madrileño. Sólo un pequeño bosque de pinos, plantados hace cuarenta años, da color al paisaje. En tomo al viejo casco urbano, repleto de casones blasonados, se alzan algunas urbanizaciones y bloques de viviendas nuevos. La población activa de Meco trabaja en las industrias del cemento y del cartón, la construcción y el sector servicios. "En la cárcel sólo trabajan cuatro o cinco personas del pueblo", no se resiste a comentar el alcalde.

Y además del nombre de cárcel, ¿qué tiene Meco?

Entre las calles de la villa destaca la mole de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, declarada monumento histórico-artístico en 1982. Comenzó a construirse a finales del siglo XVI por los arquitectos Juan de Gancedo y Juan del Río. El templo estuvo repleto de joyas pictóricas y escultóricas, pero tras la Guerra Civil sufrió graves expolios.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Los visitantes, además de contemplar la parroquia, pueden hacer compras típicas. Desde hace siglos, el pan de Meco tiene fama. "Hace diez años, había ocho tahonas abiertas. Se acercaba gente de toda, la provincia. Ahora sólo queda una panadería tradicional abierta recuerda el regidor. Soledad Martínez, de 75 años, la última panadera tradicional de Meco, lo explica: "'Antes abríamos todos los días, pero los fines de semana la gente se pegaba en las colas. Decidimos no abrir nunca más en domingo. No merecía la pena tanto lío", rememora.

Martínez es reacia a descubrir el secreto de este pan que se vende con forma de hogazas. "Sólo puedo decirle que utilizamos levadura madre y la recentamos [refrescamos] varias veces. Es un producto completamente natural".

Curiosamente, Meco era el único pueblo de la región donde los huidos de la justicia podían redimir sus penas sin pasar por la cárcel. Todo tiene su explicación. Durante la Edad Media, las iglesias, conventos y lugares sagrados del reino contaban con el llamado privilegio del asilo: los huidos que se refugiasen en estos lugares no podían ser detenidos. En el siglo XVIII, el Papa redujo el número de refugios, dado el uso abusivo que se hacía de este privilegio.

El Pontífice determinó que sólo la iglesia de Meco contase con este fuero dentro del arzobispado de Toledo. El alcalde añade: "De todas formas, para conseguirlo, los perseguidos tenían que meterse primero por aquí", señala un estrecho brocal de piedra situado junto al actual Ayuntamiento, "y llegar hasta la iglesia [distante unos 100 metros]".

La piedra que se conserva en el pueblo, sin embargo, no es la auténtica. "Yo creo que la original se la llevó alguien hace muchos años para redimirse de sus pecados. Entre ellos el de hurto", sonríe forzadamente el regidor.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_