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Entrevista:

"Los madrileños visten con muy poca imaginación"

Después de la Pasarela, en Cibeles, vienen las ventas, los clientes, los números, algo que afortunadamente le cuadra casi con escuadra y cartabón a Ángel Schlesser (Buenos Aires, 1957). El atender estos quehaceres, tan domésticos para un diseñador pero tan necesarios, son los que bajan la adrenalina de cuajo para ponerla al nivel de las obligaciones mundanas. Schlesser está ya muy hecho a MAdrid desde que hace 15 años dejó Santander, y es fiel a Cibeles. Centrado en la mujer, ha presentado su colección para el próximo invierno con abrigos entallados, pantalones amplios y masculinos y faldas y vestidos a la altura de la rodilla. Todo en ocres, verdes, marrones, azul marino y negro. Un año más, el tímido Schlesser apenas saludó cuando su algarabía artística llegó a término.

Pregunta. Pero si el paseíllo final entre las modelos y los aplausos es la gloria para el diseñador, ¿no?

Respuesta. Durante todo el desfile no sabes cómo van las cosas fuera. Me da miedo salir, o vergüenza, no sé. Digo: "¿Me tirarán piedras?". No me gusta exponerme al público. Sí, soy muy tímido.

P. Lleva más de diez Pasarelas en Cibeles, salvo los dos últimos años, que también estuvo en Gaudí.

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R. Aquello fue una situación concreta, una infidelidad casi obligada. Nunca más iré a Gaudi.

P. ¿Y nunca más volverá a hacer ropa de hombre?

R. Es algo que me gustaría, pero el hombre re quiere una fabricación in dustrial que no tengo. Éste es un mal momento comer cial y hay mucho despiste en cuanto a lo que quiere el hombre. Anda todo muy normalito.

P. Usted ha hecho el uniforme de las azafatas de EL PAÍS en Arco. ¿Podrían algunos diseños textiles hacerse hueco en una feria así?

R. Diseñar es un arte, pero un arte aplicado. Hay menos libertad de creación que en cualquiera de las artes; entonces, mal asunto.

P. Cuando va por la Gran Vía, ¿le gustaría ir vistiendo a la gente? ¿Se inspira por la calle?

R. De la gente que hay en la Gran Vía a la una y media de la tarde, clientas mías pueden ser diez. Yo cada vez salgo menos, y cuando salgo no me detengo en la gente. Mi trabajo no es tan creativo como para eso; es métodico, de encerrarte y pensar mucho.

P.¿Tan poca imaginación se ve por la calle?

R. Nueva York es muy interesante, y en Londres cada persona es supercreativa. Madrid en ese aspecto no es interesante.

P. ¿En qué parte de la ciudad se encierra a pensar?

R. Tengo mi taller en Claudio Coello, donde también vivo. En esta zona todo sigue igual. Donde pasan cosas es en los suburbios, lo marginal es siempre interesante.

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