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Terror integrista en Aghrib

Los habitantes de la localidad argelina piden armas para defenderse

"Queremos armas para defendernos", aseguran los vecinos de Aghrib, situada a poco más de 140 kilómetros al sur de Argel, en la región de la Gran Cabilia. Este pueblo, de 2.400 habitantes, se ha convertido desde hace tres meses en uno de los blancos preferidos de la guerrilla integrista. En muy poco tiempo, la población ha sido atacada en dos ocasiones por los comandos islamistas que tienen sus refugios en los bosques cercanos. Sus habitantes tratan de organizar una milicia popular blandiendo algunas escopetas de caza, pero reclaman a las autoridades la entrega de armas más eficaces, sobre todo automáticas.Primero asaltaron el Puesto de Correos y Teléfonos (PTT), en el centro del pueblo. Fue por la mañana, poco antes de las nueve, cuando las milicias populares se habían retirado a sus casas a dormir después de haber patrullado durante toda la noche. A esa hora, un comando integrista formado por cinco. hombres irrumpió en el centro de Aghrib a bordo de un Peugeot 505. En los bosques cercanos permanecían ocultos más hombres para proteger la incursión y la retirada.

"Iban armados con Kaláshnikov y fusiles de caza con los cañones recortados. Una parte del comando concentró a los vecinos que encontraron en la calle en el interior de uno de los cafés del pueblo, mientras los amenazaban con sus armas. Los otros tomaron como rehén a uno dé los funcionarios de la estafeta de Correos y con él se dirigieron a la oficina cercana", cuenta un vecino.

En aquella primera ocasión tuvieron suerte. No hubo más heridos que el amor propio. de una población a la que le fue arrancado un botín de cerca de 100.000 dinares (unas 300.000 pesetas) y los carnés de identidad de una docena de vecinos. Luego partieron de la misma manera que habían venido, a toda velocidad, perdiéndose en los vericuetos y las curvas de una carretera asfaltada que conduce hacia las montañas del Yakuren, el símbolo sagrado, de los cabiles, convertido en los tres últimos años en refugio de la guerrilla.

Ataque al Café

Después atacaron el Café. Fue la segunda semana de febrero. El sexto día del mes sagrado del Ramadán. Pocos minutos después de las siete de la tarde, cuando los vecinos habían tomado ya la chorba -una sopa de carnes y verduras- y el kalb eluz -los pastelillos de sémola y almendras- con que tradicionalmente suelen interrumpir el ayuno. A esa hora había anochecido sobre Aghrib, mientras los hombres y los jóvenes se concentraban en los cafés del pueblo.

"Esta vez aparecieron a bordo de una camioneta marca Mazda robada a un vecino de un pueblo cercano. Primero dio dos o tres vueltas por las calles vacías, como para ganarse la confianza de los vecinos. Todo el mundo conocía el vehículo. Después lo aparcaron delante del bar. En el mismo lugar donde ustedes han dejado su taxi. Descendieron con sus fusiles automáticos. Se acercaron hasta la puerta del bar y lanzaron en su interior un bote de coca-cola convertido en bomba artesanal, al tiempo que gritaban: 'Todos los vecinos de Aghrib deben morir'", explica un habitante.

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Algunos se escaparon por las ventanas. Otros salieron despavoridos por la puerta. Al principio sólo hubo algunos heridos leves. Pero, en la escapada, el Comando integrista tiroteó a los vecinos. La operación se saldó con dos hombres muertos. Eran dos maestros de la escuela municipal, que desde entonces permanece cerrada.

Las milicias populares o los comités de vigilancia de este pequeño pueblo de la Cabilia se han reforzado. La carretera que asciende hacia el pueblo queda interrumpida por la noche por grandes bloques de piedra. Durante todas las horas del día, desde las colinas cercanas, otean el horizonte los jóvenes del pueblo. En Aghrib nadie entra sin ser visto.

"Nos hemos convertido en un blanco preferente de la guerrilla integrista. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que ésta es la villa natal del doctor Said Saadi, responsable del movimiento Agrupación por la Cultura y la Democracia, la organización más firme y democrática de Argelia, que se opone a todo diálogo con los integristas. Pero no somos los únicos. Hay en la región otros muchos pueblos que están como nosotros, en pie de guerra. Ellos también han organizado. sus milicias de defensa o comités de vigilancia, como usted quiera llamarlos".

Pero sus habitantes aseguran que sus armas son insuficientes para hacer frente a las de los integristas. Reclaman fusiles automáticos tan potentes y eficaces como los que empuña la guerrilla integrista. Reivindican el mismo tratamiento que el Gobierno de la provincia otorgó en su día a los vecinos de Iguyal, a medio centenar de kilómetros más al norte, una población de cerca de 1.000 habitantes y que desde el pasado mes de julio garantiza su propia defensa. Para los vecinos de Aghrib, como para los de Iguyal o para cualquiera de estos pueblecitos de la, Gran Cabilia, las fuerzas de seguridad están lejos.

"Las autoridades nos han prometido que nos darán armas. Pero por ahora lo único que han hecho ha sido devolvemos algunas de las escopetas de caza que en su día nos incautaron. La munición no es ningún problema, nos la fabricamos nosotros mismos. Para eso somos cazadores. Pero necesitamos otro tipo de armamento", reivindican los vecinos, sentados en medio de un café vacío, en un mediodía de un viernes del mes sagrado del Ramadán, mientras las Fuerzas de Seguridad, más al norte, han empezado una operación de rastreo y limpieza.

Los campesinos de la zona acompañan a los militares. Aún es demasiado pronto. No hay cifras oficiales de víctimas.

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