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Las fuerzas de seguridad israelíes toman Hebrón para evitar incidentes en el aniversario de la matanza

Hebrón estaba ayer tranquila. Soldados, guardias fronterizos y policías se hallaban desplegados por todas partes. En cada encrucijada callejera había un puesto de control. Las fuerzas de seguridad israelíes se adueñaron de la ciudad en la que, un año antes, según el calendario musulmán [en realidad fue el 25 de febrero], Baruk Goldstein, médico y colono judío de origen norteamericano, asesinó a sangre fría a 29 palestinos -hombres, mujeres y niños- que oraban en la mezquita de Abraham.Largas filas de automóviles y camiones palestinos esperaban ante los controles. Cada uno era registrado a fondo y la documentación de sus ocupantes escrupulosamente verificada. "Fuimos nosotros los masacrados", asegura un chófer, "y ahora somos los castigados". Un joven soldado israeló le ha oído y le increpa: "¿Es que vosotros no matáis a judíos, en Tel Aviv, en Beth Lid y otros sitios?".

Hamás convocó una huelga general en Cisjordania y Gaza. Las medidas de seguridad impidieron que más de 300 palestinos acudieran a rezar al lugar de la matanza. No hubo enfrentamientos entre palestinos y judíos. Pero cerca, en el campo de refugiados de Fawar, se produjeron disturbios y los soldados israelíes dispararon. Un joven palestino murió. Otros cinco resultaron heridos. "¿Qué hace Arafat? gritaba una mujer de unos 30 años. "No nos protege. Lo único que hace es excusarse ante Rabin y los norteamericanos porque no mete en la cárcel a suficiente número de buenos musulmanes".

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