_
_
_
_
_
Entrevista:

"Las puestas de sol más bonitas del mundo son las de Madrid"

Tiene vocación de anciano venerable que intenta sin éxito dejar de trabajar. El inolvidable Don Latino de Luces de Bohemia se transforma cada tarde en un golfo de Roma. Carlos Lucena -Córdoba, 1925- es Erronius en un musical de raíces americanas que dirige Mario Gas y que capitanea y produce Javier Gurruchaga. En sus manos está el papel que fuera en cine para Buster Keaton que en esta misma compañía estrenó Félix Rotaeta, reciente y grandísima pérdida de la escena española. La circunstancia le entristece y emociona; por eso, cada función es un homenaje a su compañero y amigo. Carlos Lucena tiene un camerino vacío de fetiches y una vida personal escasa por culpa del trabajo. A pesar de haber pisado tantos escenarios, el teatro sólo es un estado de tránsito para él.

Pregunta. ¿Cómo explica que el teatro signifique tanto y a la vez tan poco para usted?

Respuesta. Porque es un lugar de trabajo. Vengo aquí, me arreglo y, en cuanto acabo, me marcho a casa. Después de un contrato viene otro. No me retiro porque no me dejan.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

P. En Madrid empezó con José Luis Gómez.

R. Sí, yo vivía en Barcelona y él me llamó para hacer La velada en Benicarló, primero en el Bellas Artes y luego en el María Guerrero. Dos teatros muy fuertes.

P. ¿Prefiere los teatros oficiales?

R. Allí los nombres no importan, importan los actores. Amparo Rivelles, por ejemplo, sería una más dentro del reparto, y mira que tiene categoría. Trabajar en el María Guerrero ha sido la mayor satisfacción de mi carrera.

P. ¿Más que su gira por la URSS junto a Nuria Espert?

R. Bueno, Nuria y yo nos consideramos y nos queremos. Para mí, ella es la mejor actriz de España, y guardo recuerdos imborrables, como hacer el Creonte de Medea, junto a Irene Papas y dirigidos por Nuria Espert.

P. ¿No le ha tentado dirigir?

R. No, no., Yo prefiero trabajar y que me dejen tranquilo. Yo, de ilusiones ando bajo mínimos.

P. Pero no lo dice usted con pesar, ¿verdad?

R. En absoluto. Mi vida teatral ha sido muy buena y no me importa ir pensando en la retirada. Después de Enrique IV, Luces de Bohemia, El rey Lear, Ricardo III..., tampoco me puedo quejar.

.P. ¿Golfea. usted mucho en Madrid?

R. Antes sí, hace más de diez años. Cada día soy menos callejero, pero el ambiente de esta ciudad me tiene loco. Tiene las puestas de sol más bonitas del mundo. He vivido mucho tiempo, y con gusto, en Barcelona, pero aquí todo me resultó más fácil por el idioma.

Golfos de Roma. En el teatro Nuevo Apolo. Plaza de Tirso de Molina, 1. Metro Tirso de Molina. Entradas: de 1.000 a 3.000 pesetas. 429 52 38.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_