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El fiscal pedirá dos años de cárcel para cinco mandos de la COE por malos tratos

El alférez José Diego López y los cabos profesionales Antonio Sitges, Rafael Carrascosa, Miguel Ochogavia y Antonio Sánchez, de la Compañía de Operaciones Especiales (COE) de Palma de Mallorca, serán juzgados a partir de hoy por un tribunal militar. Se les acusa de un delito de abuso de autoridad en su modalidad de maltrato de obra a un inferior. El fiscal solicitará penas de dos años de cárcel para cada uno. Este caso se abrió a raíz de las denuncias efectuadas por 18 boinas verdes, que se fugaron del cuartel el 21 de febrero de 1994 y acudieron a los medios de comunicación y, luego, a un juez militar para explicar el supuesto trato denigrante que sufrían.

"Aquello era todo, el día a base de palos y gritos. No aprendimos nada", explica el ex soldado Gerardo Juárez, de 20 años y de Terrassa (Barcelona), uno de los denunciantes. Los grupos de operaciones especiales, boinas verdes o guerrilleros, forman la unidad más dura del Ejército de Tierra, excepción hecha de la Legión. Los jóvenes sé alistan muchas veces bajo la atracción de la aventura. Juárez apostilla: "Creíamos que íbamos a hacer cosas especiales y atrevidas, como de películas con helicópteros o de submarinismo. Nada de eso. Lo que nos habían contado era mentira. Siempre te pegaban y arrestaban por tonterías".En el sumario constan los relatos ante el juez de los presuntos malos tratos y las humillaciones recibidas por los 18 fugados. David Santos, de 20 años y de Huelva, mantiene: "Recibimos golpes de todo tipo, patadas, puñetazos... También mucho maltrato psicológico". A veces, formaban durante horas y reptaban por el asfalto. Juárez detalla en el sumario cómo el alférez procesado comenzó a pegarle "patadas, puñetazos y collejas", al tiempo que la llamaba "capullo" y "maricón" y le amenazaba con correrle "a hostias". Quería cambiar de unidad.

Desde sus ciudades de residencia, reintegrados meses atrás a la vida civil, los ex COE reiteran la espontaneidad de su acción y su distanciamiento de posiciones políticas o radicales. Fue ejemplar, valiente y con resonancia para el servicio militar, creen. "La repetiríamos", coinciden.

La COE número 7 de Palma protagonizaba una sucesión de prácticas de supervivencia, combate, ejercicios en la montaña, marchas.. ¿ A veces, cuando algún guerrillero se equivocaba en la instrucción, era mojado en el túnel de limpieza de vehículos con agua a presión. El día de la patrona se escapó un tiro a uno en la formación. La reprimenda, alcanzó gran dureza y aparente, arbitrariedad. "Fue lo más chungo ", dice Diego de Jesús, mallorquín, "con puñetazos en el pecho y quedándose en posición de sentados sin silla ni apoyo, la llamada silla eléctrica" Este episodio es una de los cargas acusatorias más contundentes del fiscal. Todos los fugados intervendrán en el juicio en, calidad de testigos al no haberse aceptado la acusación.

Los mandos implicados se hallan en el servicio activo, con normalidad, pero estuvieron suspendidos cautelarmente en sus funciones durante tres meses tras ser sometidos a un expediente "por excederse arbitrariamente en el ejercicio de la autoridad".

El teniente de la COE que estaba al mando de la compañía fue sancionado con ocho días de arresto domiciliario porque, "no mantuvo una manifiesta preocupación por sus subordinados". Era una: historia antigua, repetida: dos soldados catalanes desertaron de la COE y denunciaron casos idénticos meses antes de la fuga masiva. En octubre de 1994, un tribunal togado de Madrid condenó a seis meses de prisión al cabo José María Ruiz por abuso de autoridad y malos tratos.

La huida de los coes fue calificada como "delito de sedición", de manera errónea, por el portavoz de la Zona Militar de Baleares. Los soldados de la protesta quedaron arrestados en la antigua prisión de Illetes, en la bahía de Palma. "Terminamos la mili mejor que en el cuartel. Sin poder salir, pero respetados", indica Andreu Matamalas, de 20 años y de Manacor.

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