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20ª JORNADA DE LIGA

Atasco en Riazor

El Deportivo se quedó enredado en la trama defensiva del Athletic

Xosé Hermida

El Deportivo empieza a dejar el camino despejado al Real Madrid. Hasta ahora se había sostenido en medio de la crisis gracias a sus victorias frente a dos equipos modestos. Ayer se encontró con un rival de mayor envergadura y el fútbol coruñés quedó en evidencia. Sólo al final, cuando el Athletic, en inferioridad numérica, optó por refugiarse en. la cueva, dio la sensación el Deportivo de que podría levantar el encuentro. Los bilbaínos resucitaron en Riazor. Menos miedosos que de costumbre, desde que Irureta se hizo cargo del equipo, manejaron el partido con soltura hasta que perdieron al expulsado Goikoetxea. A partir de entonces, defendieron su suerte decorosamente.Arsenio no sólo quería el resultado, buscaba que el Deportivo se reconciliase con el fútbol tras un par de semanas moviéndose en tonos grises. Montó un equipo en el que deberían abundar las soluciones ofensivas, con Manjarín, Aldana, Claudio y Bebeto. Pero los sistemas son sólo planteamientos teóricos. Si en ellos estuviese la clave del fútbol, este deporte se moriría de aburrimiento. Sobre la pradera, todo es imprevisible. Anoche, el Deportivo era un conjunto pensado para atacar y se quedó embarrado en el medio campo. El equipo gallego se rompió por la dorsal. Por donde suele sostenerse incluso en los días malos. Las razones no son fáciles de desentrañar. Se echó de menos a Fran, el hombre del último pase, de la diagonal que hace tambalear la estructura defensiva del contrario. Mauro Silva todavía está en proceso de recuperación. Le falta contundencia y el equipo sufre por ello. Con el brasileño en plena forma, el balón no suele durar mucho tiempo en pies del contrario. Además, el Deportivo se encontró con un Athletic transformado. Después de cinco encuentros consecutivos sin ganar, Javier Irureta empezaba a sentir el peso de las críticas. Había prometido Cambios y cumplió su palabra. El Athletic no fue anoche el equipo acobardado que sucumbió una semana antes en el Camp Nou. Irureta adelantó la defensa, comprimió el terreno y el equipo tuvo más vigor para lanzarse hacia la portería contraria. Urrutia y Garitano asumieron el gobierno del juego, mientras el Deportivo se empantanaba entre la frondosidad de la zona ancha. En la primera parte, el Athletic llegó siempre con más convicción que el Deportivo. Los coruñeses sólo sostuvieron la ficción de algunos contragolpes esporádicos. Tan atascados estaban, que Bebeto apenas si percibió el aroma del cuero. Los demás rifaban la pelota, un síntoma de desesperación.

El partido pudo desequilibrarse por un lance menor. Nando y Goikoetxea llevaban picados toda la primera parte, propinándose golpecitos cada vez que el árbitro se daba la vuelta. Al borde del descanso, Goikoetxea recibió la segunda tarjeta y el partido derivó en un amago de tangana.

Pero el Athletic no bajó la cabeza. Irureta retrasó a Guerrero y aunque el equipo se cargó de cautela, no perdió nunca la consistencia. El Deportivo siguió agazapado en la espesura, incapaz siquiera de esbozar una amenaza. Y cada vez más víctima de la prisa. En esas circunstancias ya sólo quedaba encomendarse a Julio Salinas.

El delantero internacional es un artista de la confusión. Con su presencia, el caos se apodera del área. En esas aguas siempre suele pescar Salinas piezas de las más gordas: goles decisivos., Como siempre, pisó el césped y tuvo ya la primera ocasión, tras un disparo de Manjarín y una gran estirada de Valencia. Julio recogió el rebote y como apenas tenía ángulo, aguantó todos los zarpazos de la defensa. Nadie llegó para rematar la faena.

Entre Julio Salinas y la urgencia de buscar el gol, el partido vivió los últimos minutos en la agonía, con el público derretido por la tensión. El resultado se iba a decidir en algún barullo porque ya nadie podía elaborar un poco de fútbol. El Deportivo tiraba con todo, pero estaba preso de su confusión. El Athletic estaba roto de cansancio. Pudo romperse el marcador en un magnífico cabezazo de Donato, pero Valencia fue una garantía para el Athletic de Bilbao.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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