Calumniar al obispo

A lo largo de estos últimos 15 años he sido testigo cercano de las críticas y ataques lanzados contra el obispo de San Sebastián. Nunca me ha parecido mal que su palabra, como la de cualquier otro ciudadano, sea objeto de discusión en una sociedad plural. Más aún. Considero necesario el debate público para hacer luz en los conflictos y para avanzar hacia la paz. Lo que me apena es ver con qué frivolidad se distorsiona su mensaje y con qué mala fe se falsea su actuación.Basta observar lo sucedido estos días. Es intolerable tener que: oír una vez más que "por fin el obispo Setién ha condenado el terrorismo". Quien consulte las hemerotecas podrá comprobar que: esto se viene repitiendo una y otra, vez desde hace ya muchos años. Por lo visto, el obispo condena siempre "por primera vez". Quien, por el contrario, estudie su actuación podrá verificar que don José María Setién comienza a condenar la violencia de ETA ya a los pocos meses, de su toma de posesión como obispo de San Sebastián en marzo de 1979. Es decir, cuando todavía Telecinco no existía y muchos de los actuales contertulios radiofónicos no habían oído hablar de él,

Hemos tenido que soportar también una vez más la ignorancia y estupidez de quienes acusan, al obispo de tibieza en su condena del terrorismo, sin haberse molestado jamás en- conocer y analizar sus intervenciones a lo largo de estos años. Yo lo he hecho. Y repito de nuevo que será muy difícil encontrar un hombre de Iglesia o del campo político o cultural que haya condenado la violencia de ETA de manera tan precisa y contundente, y con tal variedad de argumentos de orden religioso, ético, antropológico y sociológico como lo ha hecho don José María Setién (véase mi libro Una ética para la paz. Los obispos del País Vasco 1968-1992, sobre todo las páginas 245-268).

Tal vez el caso más patente de insensatez e impostura es el de Alfonso Ussía. Quien analice sus artículos constatará que sus comentarios a las intervenciones del obispo de San Sebastián se reducen a acumular insultos y descalificaciones viscerales, sin que se puedan encontrar referencias precisas a las afirmaciones de don José María Setién y, mucho menos, una respuesta razonada a sus planteamientos éticos, Era de esperar también ahora algo semejante. Ninguna cita de la homilía episcopal en su artículo. Su carta abierta al nuncio está montada sobre dos afirmacíones falsas y calumniosas. Es falso que la familia de Ordóñez fuera "sometida a una presión conciliadora de un cardenal de la Iglesia y vanos sacerdotes". Ussía miente. No hubo tal presión y, por otra parte, hubiera sido absolutamente innecesaria, pues el obispo se limitó a manifestar su deseo al portavoz de la familia y mantenerse a la es pera de lo que ella decidiera. Por cierto, Ussía no dice que, antes del funeral, el obispo se acercó a la viuda de Ordóñez, a sus padres y otros familiares, en el claustro de la iglesia, para compartir con ellos su dolor sin que, en ningún momento, le manifestaran distanciamiento alguno.

Es también absolutamente falso que los fieles se negaran a recibir la comunión de manos del obispo y que éste tuviera que volver con el copón repleto para "devolverlo sin estrenar al sagrario porque nadie quiere recibir a Dios de sus manos". Ussía sabe que miente. Todos los presentes pudieron verlo. El obispo y el cardenal distribuyeron la comunión delante del presbiterio, mientras otros sacerdotes lo hacían al fondo del templo. Sólo cuando terminaron de comulgar los fieles de la zona delantera, se retiraron, primeramente el cardenal y más tarde el obispo. ¿Por qué se alimenta esta reacción irracional contra el obispo de San Sebastián? ¿A quién interesa descalificar a don José María Setién con tanta falsedad y calumnia? No, ciertamente, a los que desean la paz en el País Vasco.- Vicario general de la diócesis de S. Sebastián.